Jefes que sabían lo que sus empleados sabían y tenían cojxxxx…

Fijaros en el tiempo verbal en que está escrito el título… porque es la clave de la decadencia de muchas grandes empresas en España. Y entre todas ellas las financieras. Aquí uno que ya se ha convertido en un empleado erético (sin hache, me acabo de inventar la palabra) va a publicar algunas entradas con batallas de abuelo cebolleta.

Llevo una semana de mucho trabajo así que voy a tirar de archivo. Ya he contado otras veces que suelo participar mucho en el foro de mejoras y nuevas ideas de mi empresa de por las mañanas. Hace un año hicieron un concurso para que enviásemos historias donde se mostrasen los valores de la empresa, la colaboración, el trabajar para conseguir lo mejor para el cliente… Así que me presenté. Pensé que con 30 años de anécdotas y mi experiencia escribiendo cosas lo iba a tener fácil. No gané nada. Los motivos simples: por un lado, mis mejores historias venían de mi otra empresa de por las mañanas. Y casi todos los protagonistas estaban ya jubilados o (para desgracia de todos los que nos quedamos sin su compañía) muertos. Pero me las guarde y ahora algo modificadas me vienen bien para rellenar estos días de falta de tiempo. Además lo bueno de escribir sobre una empresa que no existe es que nadie se va a ver reflejado directamente. Bueno dejo la introducción y voy a la batallita, hoy:

Los jefes que no entendían un NO y conocían el currículo de sus empleados:

Hace ya muchos años participé en la captación de 100 nuevos clientes. Como digo en el título eran otros tiempos donde la empresa era consciente de que los empleados de la red eran capaces de hacer muchas cosas y los apoyaban. No se rechazaba nada sin pensarlo y sin valorarlo. Si con esa idea se podía atender mejor a los clientes y aumentar el beneficio se peleaba por ella. Además los jefes que eran de lo que luego internamente llamamos “antiguo régimen” no tenían problemas en usar el talento joven en el provecho suyo y de la empresa.

Vamos a situarnos: primeros años 90 y había que fomentar el uso de tarjetas de crédito (otro día contaré otras estrategias que empleábamos para vender TPVs). Pero en esos años los TPVs funcionaban a través de líneas de teléfono analógicas. Los aparatos debían configurarse y programarse para cada cliente y con los datos concretos del comercio y del teléfono que llamaba. Por ese motivo cuando un cliente solicitaba un TPV se tardaban varias semanas en enviárselo a su comercio. Además, si o si debía venir un técnico de la Caja a configurarlo y probarlo.

Yo estaba destinado en una Dirección de Zona de una bonita ciudad del sureste español. La mayoría de nuestros clientes eran agricultores, pescadores y algunos empezaban a incursionar en empresas para turistas (la costa estaba todavía poco edificada en esos años). Entonces mi Director de Oficina se enteró que un gran supermercado iba a abrir la primera gran superficie en la comarca. Antes había que recorrer 80 km. para llegar a una gran superficie. El Director de la Oficina y el Director de Zona fueron a hablar con los directivos de la gran superficie. Pero no hubo suerte, no necesitaban financiación y tampoco querían abrir cuenta en nuestra Entidad porque trabajaban en exclusiva con un gran banco del Norte y nosotros solo éramos una pequeña Entidad que estaba solo en dos provincias que no tenía el pedigrí de los banqueros del Norte.

Pasaron los meses y la gran superficie iba apareciendo: grandes aparcamientos, zonas de ocio, galería comercial… todos los vecinos esperaban expectantes su apertura. También iniciaron un proceso de contratación de empleados: iban a contratar a más de 100 personas de la comarca

La obra se acababa y la inauguración era el sábado próximo. Estábamos a lunes. Y el Director de la Oficina que trató de captarlos al principio fue otra vez a visitarlos. Esta vez para ofrecerse para gestionar las nóminas y trata de que se domiciliasen en cuentas de nuestra Entidad. El gerente aceptó recibirlo en su gran despacho. Una vez allí le dijo que si que podíamos contar con las nóminas y con cuentas a nombre de la gran superficie, pero a cambio de otra cosas: querían que les instalásemos 8 TPVs en el Centro Comercial y 4 en las tiendas de la galería antes de la inauguración que era dentro de 5 días, un sábado. El Director que vio 100 nóminas en su Oficina no se lo pensó y le dijo que sí.

Salió del despacho y vino a la Dirección de Zona. El Director de Zona cogió el teléfono y habló con el encargado de Medios de Pago de la Dirección Territorial. Este le dijo que ere imposible, que no podíamos conseguir 12 TPVs operativos en solo 5 días, que sintiéndolo mucho nos olvidásemos de la operación.

Pero tanto el Director de Zona como el Director de la Oficina no eran de los que se rendían con los primeros problemas. Llamaron al Director Territorial. Este al final les dijo que podían hablar directamente con Tecnología a ver si les hacían el favor.

Así que en lugar de usar el teléfono cogieron el coche y se fueron a Informática. Solo estaba a 100 km. (las ventajas de ser una entidad pequeña, todo estaba cerca) Una vez allí les contaron lo que necesitaban. Los informáticos dijeron que no había tiempo para hacerlo en solo 5 días (que ya eran casi cuatro) que además como la inauguración era un sábado no podían enviar a nadie para coordinar posibles problemas de arranque. Que las horas extras, las dietas… todo era muy caro y además no disponían de huecos esa semana para encargárselo a nadie. Que los TPVs físicos sí que los tenían, pero había que programarlos.

Entonces el Director de Zona les preguntó: “Si os propongo a alguien que puede programar los TPVs y estar allí el día de la inauguración, nos podemos llevar los TPV”. Mi jefe les comentó que tenía a un empleado en la Zona por temas de una reciente fusión había dejado de trabajar en Informática y lo habían enviado a trabajar con él. Ese empleado era yo. Y los compañeros de Medios de Pago se lo pensaron. Como había uno que me conocía, me llamó y al final conseguí convencerle.

Así que al día siguiente tenía yo encima de mi mesa 15 TPVs (desde Informática enviaron tres de más por si teníamos averías y uno nos hizo falta) y un manual de programación y configuración. Y empecé con la tarea. El primero me costó y tuve que hacer varias llamadas a Informática, pero el jueves por la tarde ya estábamos en la gran superficie instalándolos. Y el sábado estábamos en la inauguración preparados por si algo fallaba. Y digo estábamos en plural, porque yo me encargaba de los problemas de los TPVs y el Director de la Oficina y el Director de Zona estaban recogiendo firmas en los contratos de nuevas cuentas nómina, conforme venían los nuevos trabajadores en los cambios de turno.

Al final ese año la Oficina entró en incentivos gracias a todas aquellas nóminas y al margen que generaban los TPVs. Pero en toda la Zona experimentamos un aumento de contratación de tarjetas de crédito. También subió la venta de TPVs. Muchos comercios de la comarca viendo el éxito que tenían los TPVs en la gran superficie se apuntaron a la modernidad. Y todo gracias a dos jefes que no se rindieron ante el primero ni el segundo NO y a unos jefes que sabían de qué sabían sus empleados…

Eran otros tiempos. Donde nos conocíamos casi todos en la empresa. Y no había empresas externas ni separaciones artificiales entre empleados de Servicios Centrales y empleados de la Red. Cuando todo eso se perdió se inició la decadencia de muchas empresas financieras.