Parece como si la tecnología copiase a la naturaleza. Por más que un programa de ordenador, unos cables y algunos usuarios trabajando en un mesa, parezca una imagen artificial, son naturales como la vida misma.
De hecho los entornos digitales se parecen mucho a los ecosistema naturales; más aun, yo diría que las mismas reglas que aplican los naturalistas en sus investigaciones con los ecosistemas naturales, se pueden usar en los sistemas digitales complejos.
Hoy os traigo dos ejemplos de cosas parecidas y semejantes que me han pasado, uno en el mundo digital y otro en el natural.
Hace unos días en un software de mi empresa de por las mañanas, empiezan a aparecer datos incorrectos. Llega la incidencia a un área de desarrollo que es la que se ocupa de ese módulo en concreto. Empiezan a repasar sus rutinas y no ven nada mal, todo esta correcto. Empiezan a preguntar a otras personas y llega la consulta a mi departamento. Como ese módulo dependía de otro donde los usuarios podían parametrizar el comportamiento del aplicativo, repasamos toda la parametría; sin éxito, estaba toda correcta. Seguimos preguntando a otros módulos cuyos datos pueden llegar al que daba el error. Al final, tras tres días localizamos la causa de la incidencia. Que por cierto no era un error como tal, sino que se trataba de un cambio menor introducido en un módulo que no tenía nada que ver con el que daba el error. Pero allí se había modificado un dato que luego recogía un segundo módulo que lo transformaba en parte de una variable de entrada que llegaba a un tercer módulo y se usaba para dos cosas y una de ellas era en el módulo donde aparecía el error.
Así que un cambio menor en un parte muy alejada de un programa, crea un error lógico en este programa. Exactamente igual que en la naturaleza, donde todo va muy imbricado y unido.
En mi casa hay una una pequeña parcela de jardín. Siempre hemos tenido visitas de algunos gatos por allí, pero eran animales normalmente de otros vecinos, cuidados, civilizados y en número soportable. Hace un par de años, una vecina (que no tiene ningún animal en su casa, su marido no la deja) empezó a alimentar a los gatos callejeros de la zona. Y los alimentaba a base de bien, cocinaba expresamente para ellos. Les hizo incluso una especie de refugio con maderas, les puso bebedores de agua, que llenaba dos veces al día… El resultado os lo podéis imaginar. En unos meses de tener un gato de vez en cuando por el jardín, pasamos a tener siempre una docena de gatos. Y además bichos con una salud y una higiene que tenían mucho que desear. Y animales muy salvajes que se encaraban con los niños, destrozaban los muebles de la terraza.
Y tratamos de buscar una solución al problema. Empezamos a vallar con tela microperforada todos los huecos de la empalizada por donde entraban los gatos. Tardamos casi seis meses en ir cerrando todos los huecos, porque mira que son listos, agujero que ven, agujero por el que entran. Además no solo lo hicimos nosotros, sino algunos vecinos que también estaban afectados por la plaga de los gatos nos siguieron. Y hace medio años conseguimos el éxito. Dejaron de aparecer los gatos por el jardín. Pudimos volver a dejar los muebles en el jardín y dejamos de encontrarnos con pequeños felinos agresivos entre los columpios y juguetes de mis hijos.
Además notamos algunos cambios positivos en el jardín. Con la desaparición de los gatos, los pájaros se multiplicaron. Ahora teníamos muchísimos más nidos en los árboles y los cantos por las mañanas eran más abundantes que nunca. Daba gusto salir al jardín con esa música tan agradable. Pero a mediados del verano empezamos a notar que el número de pájaros descendía, cada vez se escuchaban menos sus trinos. El calor, que aprieta mucho, pensamos. Unos días después descubrimos lo que causaba la falta de pájaros, teníamos una colonia de ratas instaladas en los árboles. Yo no lo sabía, pero hay un tipo de ratones que anidan en los árboles y viven allí. Primero dieron buena cuenta de los nidos que había en las ramas y ahora bajaban a tierra.
El proceso estaba claro, eliminamos a los gatos que son depredadores de las ratas y los pájaros. De primeras, los pájaros se multiplicaron, atrayendo a las ratas que además se encontraron sin enemigos, así que éstas acabaron con los pájaros y empezaron a adueñarse de todo el jardín.
Y ahora estamos tratando de volver al equilibrio. Primero hicimos un ataque con trampas para reducir el número elevado de ratas. Y después hemos abierto algunos huecos en la valla, para que los gatos vuelvan a entrar, pero en un número razonable. Y las medidas empiezan a notarse. Hace ya un mes que no hemos visto ninguna rata y el número de pájaros ha vuelto a crecer.
Por cierto, la historia de la señora que montó el hotel para gatos también es ilustrativa. Ahora mismo hay menos gatos que nunca en el vecindario. Resulta que unos grupos de perros callejeros descubrieron el hotal y podéis imaginar que ha pasado. Así que pensando que le hacía un bien a sus adorados mininos, les ha fastidiado bien fastidiados…
Así que los sistemas naturales y los artificiales no son tan diferentes. Hay que tener una visión de conjunto global, porque sino el mínimo cambio en una parte, provoca una tragedia en otra.
4 Comentarios
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No sabía que las ratas pudieran andarse… por las ramas.
Muy educativo tu entrada de blog. Las reglas de la naturaleza son universales aunque se demuestran más fácilmente en la sabana. Es como decir que la gravedad solo se aplica bajo los manzanos, tan solo por lo que le pasó a Newton. Un escritorio de windows o un servidor de bases también se rigen por las leyes naturales.
Con respecto a los amantes de los felinos (o los perritos callejeros o las palomas de ciudad, etc) siempre termina igual la historia. En la urbanización donde vivo había unos cuantos gatos callejeros, que terminaron siendo una legión gracias a los cuidados desinteresados de algunas vecinas. Cuando el número creció y pasó a ser evidente para la presidencia, los mandó exterminar con la excusa de que transmitían enfermedades.
La moraleja es que es mejor dejar a los animales en paz, Mamá Naturaleza ya les dio las herramientas necesarias para desenvolverse y multiplicarse en la medida en que su entorno puede soportarlo. Si les echas una mano terminas llevándolos tú mismo a la extinción.
Esto es aplicable a nivel global pero el ser humano no termina de comprenderlo.
Tendero, acabo de fijarme en un “problema” del blog, en el lugar en el que empiezan los comentarios pone: “Un comentario realizado… y �tú qué opinas?”
Ese interrogante de apertura me sale mal mostrado.
La web por defecto me sale codificada en Unicode, pasándola a ISO-8559-1 se arregla ese interrogante, pero se estropea el resto de la web.
Te leo a través del boletín y cuando he terminado de leer esta entrada no he querido perder la oportunidad de darte mi más ferviente enhorabuena.
¡Me ha encantado leer esta entrada!
Me recuerda al capítulo de los Simpsons en el que Bart salva a unos lagartos, que no tienen como habitat natural springfield y acaban convirtiéndose en plaga:
Lisa: ¿Qué pasará cuando los lagartos se conviertan en una plaga?
Skinner: Soltaremos serpientes aguja chinas que matarán a todos los lagartos!
Lisa: Pero las serpientes son más peligrosas!!
Skinner: Sí, pero luego soltaremos osos para que acaben con todas las serpientes!
Lisa: Pero luego los osos serán más peligrosos que las serpientes ¿a quién soltaremos para acabarlos?
Skinner: En el invierno los osos se congelarán y se acabará todo.