Este fin de semana tocaba mirar el cielo buscando estrellas fugaces. Teníamos sobre nuestras cabezas a las Draconidas. El viernes por la noche fue imposible, puesto que no despejaron las nubes en ningún momento. Y el sábado la cosa no pintaba mejor. Al anochecer encima de casa teníamos el cielo muy nublado y la luna muy alta. Así que esperamos. A las 11 de la noche las nubes fueron desapareciendo y nos subimos a la terraza. Nos abrigamos, puesto que hacía frío y nos dispusimos a contar estrella.
De repente mi hijo salta y dice que está viendo dos estrellas. Pero está señalando a una parte del cielo de donde no deberían de venir… miro y veo dos pequeñas estrellas rojas casi paralelas, pero que no se apagan. Eso no pueden ser meteoritos. Los dos objetos rojos van haciéndose grandes por momentos y de repente giran y parece que vienen hacia nosotros. A la vez se oye un sonido muy extraño, como croar de ranas. Y el sonido viene de las luces rojas. Mi hijo y yo no salíamos de nuestro asombro. Las luces seguían haciéndose grandes y de repente estaban sobre nosotros. Volvieron a girar y se alejaron en dirección a la luna. En ese momento recordé los prismáticos que llevaba colgados del cuello. Pude enfocar y vi el motivo de nuestro susto: dos enormes gansos que iban graznando como locos, mientras seguían su viaje imagino que hacia zonas más cálidas. Los pájaros iban volando siguiendo la carretera que pasa cerca de casa. La carretera está muy iluminada con farolas de esas de color marrón rojizo, y el reflejo de esa luz en las plumas de los gansos, les daba el color rojizo que nosotros vimos.
Después del pequeño susto de las aves, seguimos nuestra observación. Y vimos un buen número de pequeños meteoros. Muy brillantes, pero la mayoría con muy poca duración. Pero valió la pena. Al final subió también mi mujer a la terraza y empezamos a competir a ver quien veía más estrellas fugaces.
Mientras la Luna empezó a bajar y el cielo se fue obscureciendo. Los vecinos fueron apagando las luces exteriores de las casas y sacamos el telescopio. Para despedirnos, estuvimos un rato mirando a Júpiter y a sus satélites. Luego nos giramos hacia Andrómeda que con mi pequeño telescopio no se ve muy bien, pero algo si que de intuye. Y la noche termino ya sin más sobresaltos.
No tengo fotos de mis observaciones. De momento he decidido no meterme en fotografía astronómica. Prefiero subir a la terraza y disfrutar del momento. No empezar a montar más aparatos y estar más pendiente de la técnica que del cielo.
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Tendero, piensatelo MUY mucho antes de meterte en fotografía astronómica, es un berenjenal que da miedo, incluso a los que ya estamos dentro del mundo de la fotografía.
Por eso digo en la entrada que me tienta, pero que momento no quiero entrar. Prefiero la tranquilidad de subir a la terraza cuando quiero, montar el telescopio y mirar y quedarme con el recuerdo.
que bien que disfrutes de esas pequeños pero importantes detalles de la vida y en especial si es con tu hijo despues de todo los recuerdos no tienen precio