Llevo una semana donde tengo el blog alto abandonado: entre terminar trabajos y sobrevivir a las fiestas locales han pasado los días sin poder publicar nada. Vamos a ver si esta semana va mejor. Empezamos hoy con la reseña de otro libro de Ciencia Ficción española: Sakamura y los turistas sin karma de Pablo Tusset.
Con este creo que ya he leído todos los libros de Pablo Tusset. Es un autor con un estilo y una imaginación que me atrae mucho. Así que ahora toca esperar nueva obra o bien leer los dos que ha escrito con su otro seudónimo: David Cameo.
Esta novela recupera al personaje del Inspector Sakamura que ya apareció en Sakamura, Corrales y los muertos rientes. Aquí la historia se va al futuro. Tenemos una Barcelona que es una ciudad estado independiente y que vive casi exclusivamente del turismo. El Inspector Sakamura lleva varios años si ocuparse de ningún caso por las repercusiones que tuvo la publicación de la anterior novela (si, tenemos en la historia literatura dentro de la literatura). Pero hay una serie de casos de comportamientos inapropiados de turistas japoneses que reactivan al inspector y lo ponen otra vez a investigar.
A partir de aquí tenemos un desfile de personajes: robots, empresarios japoneses, policías del lugar, taxistas, hackers, comerciantes… que van cada vez enredando más la historia. Hay momentos realmente hilarantes donde hay que pararse para poder reírse un rato por las situaciones que la imaginación de autor describe.
La novela admite varias formas de lectura. Por un lado, tendríamos el clásico entretenimiento y la diversión que proporcionan el argumento y los personajes. También podemos ir buscando las referencias de las que hace burla el autor. Pero también admite una lectura más serie. Debajo de ese futuro imaginado podemos pensar en el urbanismo, el modelo de desarrollo, la política municipal, la inteligencia artificial, el sexo, lo que hace al hombre humano… hay temas de sobra para meditar mientras uno se ríe leyendo la novela.
En resumen un libro muy recomendable para pasar un buen día de verano y sonreírse mientras podemos cavilar con el fondo de las ideas que nos propone.