Ya quisiera yo estar agobiado por el correo electrónico

Vivimos un siglo XXI que se está caracterizando por una atomización ilimitado de formas comunicarse. Cada vez es más fácil y sencillo hacerlo pero parece que conforme es más simple hacerlo peor es el mensaje que transmitimos.

Pero eso para otro día que yo hoy quiero hablar justamente de la enorme variedad de maneras de enviar mensajes e información. De vez en cuando todavía me encuentro con sesudos artículos que apuntan alguna de estas ideas:

• Por fin ha muerto el correo electrónico y somos más libres
• Como he superado mi adicción al correo electrónico
• No leas el correo electrónico y serás más productivo.

Yo miro los título y ni entro a leerlos; deseo con todas mis fuerzas que el problema que tengo de falta de tiempo fuese generado por los correos electrónicos sin leer. No sé si por fortuna o por desgracia no es ese el problema con el tiempo y las comunicaciones que tengo. Ahora mismo las dificultades de falta de tiempo vienen por la dispersión a la hora de recibir mensajes e información. En estos momentos me llegan cosas desde:

• Formularios de contacto de la web
• Consultas desde servicios de mapas y localización geográfica
• Correo electrónico
• Llamadas de voz a mi móvil
• Llamadas de voz al fijo de la tienda
• Llamadas de voz al móvil de mi socio
• SMSs a mi móvil
• SMSs al móvil de mi socio
• Whatsapps a mi móvil, tanto de voz como de texto
• Whatsapps al móvil de mi socio, tanto de voz como de texto
• Whatsapp al móvil de la tienda tanto de voz como de texto
• Mensajes de Skype a mi cuenta
• Mensajes al Skype de la tienda
• Mensajes a mi Telegram
• Mensajes al Telegram de la tienda
• Mensajes y Tweets en Twiteer
• Mensajes en Facebook
• Comentarios en LinkedIn
• Comentarios en Instagram
• Comentarios en el blog

  

Así que yo desearía que solo me llegasen mensajes por el correo electrónico. Hay tardes que empiezo a revisar cosas y estoy una hora solo con esa tarea. Muchas veces hay muchos mensajes que nos tardan en llegar justamente por ello. También porque hay sitios por donde no es cómodo hacer respuestas largas. Por ejemplo, clientes que les haces un presupuesto y te contestan con un Whatsapp de voz de 6 minutos y que además te lo envía a la cuenta personal.

Siempre que puedo redirijo todo al correo electrónico. Al final tras muchos años de uso y práctica tengo un pequeño sistema que me permite gestionarlo sin agobiarme mucho y sin tener muchos mensajes importantes sin ver o sin contestar.

Pero el resto de los canales al final generan mucho ruido y dificultad para responder. Sintiéndolo mucho para la relación comercial sigo considerando al correo electrónico el rey (o el presidente de la república…). Este fin de semana por ejemplo un par de comerciales nos enviaron ofertas para reservar tarjetas gráficas por el Skype de la tienda. Lo hicieron el sábado por la tarde. El Skype de la tienda solo lo abrimos desde los PCs de la tienda. Vimos el mensaje el domingo y porque estábamos haciendo unas pruebas de acceso remoto (por si el confinamiento) y entramos al PC del mostrador y lo vimos… al final llegamos ya tarde.

Hace unos días un cliente nos dice: “No leéis el Telegram, os estoy pidiendo un presupuesto y no recibo respuesta”. Resulta que el Telegram lo usábamos mucho cuando un par de proveedores montaron las promociones y el SAT de sus productos desde allí… pero cuando dejaron de hacerlo como casi ningún cliente nuestro lo tenía, lo olvidamos y entramos de uvas a peras.

Luego uso herramientas como Zapier para unificar varios canales, pero hay veces que entre cambios de contraseñas, de condiciones… la cosa se complica más de lo normal.

Hay días que echo de menos cuando solo teníamos un teléfono fijo para comunicarnos o el correo postal. Los clientes y los proveedores eran todos conscientes de que si llamaban por teléfono después de la hora de cierre nadie les iba a contestar. A ti te pasaba igual si era fiesta o era de noche… estabas profesionalmente incomunicado. Pero a cambio estabas descansando de verdad. Si te ibas de viaje todo el mundo tenía claro que estaba incomunicado. En el mejor de los casos enviabas una postal. Podías regresar del viaje y tener grandes cambios profesionales (ya fuesen para bien o para mal) pero los descubrías a la vuelta, no te enterabas a mitad de unas vacaciones y empezabas a pensar en ellos. Bueno eso era posible salvo que tuvieses un jefe que no supiese hacer nada sin ti y tuviese un trastorno obsesivo-compulsivo. Cuando era más joven y viajaba por Europa con mochila en verano de albergue en albergue, un jefe que tenía fue capaz de localizarme en medio de Alemania una noche para preguntarme dos obviedades… ahí me di cuenta de que podía pedir un aumento de sueldo.

Ahora mismo hay días en los que es imposible seguir el ritmo de la comunicación. Fijaros que digo comunicación y no información. Es decir que si nos cuesta seguir lo que nuestros clientes y amigos nos quieren comunicar ni os digo lo que puede significar tratar de estar informado con todos los canales que nos entran.