El complejo de Bart Simpson no solo se aplica a clientes… también lo tienen los proveedores y lo sufrimos en este caso los clientes.
Tenemos un cliente al que hace dos años le programamos un pequeño sistema de actualización de precios en su tienda en Internet mediante el acceso al API de Woocommerce. El cliente obtiene un fichero de stocks y precios de su sistema informático y lo procesa con nuestro programa que actualiza en tiempo real la Web. Como es una web con muchos artículos y muchas variaciones es una forma simple de hacerlo.
Hace dos semanas nos dice que le aparecen errores en el proceso y que le cuesta mucho actualizar. Casualidades de la vida el mismo día que empieza a quejarse, había recibido un correo de su proveedor de hosting donde le indicaban que para cumplir la nueva normativa europea habían realizado unos cambios en sus servidores, pero que no iba a notar ninguna diferencia en su sistema excepto que ahora cumplía todas las normas del Derecho Europeo.
Nos pensamos que el problema iba a estar en su programa de gestión. Tienen la costumbre de cambiar los ficheros de informes de vez en cuando con columnas que aparecen y desaparecen. De hecho lo primero que hacemos en nuestro programa es buscar donde están los datos que nos interesan, ya que los bailan mucho. Miramos y efectivamente el formato de salida está muy modificado. Ajustamos el programa para que se adapte. Pero los problemas continúan. Revisamos el log de errores y detectamos siete tipos diferentes de problemas de conexión de la API.
Como nos pilló en los días que estábamos agobiados de trabajo, pensamos en buscar una solución rápida. Pensamos que tal vez alguna actualización de la Web nos estaba causando problemas. De la tienda de este cliente hay tres versiones: la de producción, una copia con dos meses de decalaje en las actualizaciones y otra copia con un año de atraso en las actualizaciones. El asunto es que no es la primera vez que alguna actualización rompe cosas. Además esta web es un poco compleja con los artículos que tienen muchas variaciones de colores, materiales y un par de plugins de los que les gusta dar quehacer.
Probamos en las dos webs con actualizaciones atrasadas… y el resultado es el mismo. Así que no es una actualización de WordPress o de Woocommerce. Entonces recordamos el mail del cliente donde su proveedor de hosting le anuncia cambios. Antes de abrir un ticket en el SAT hacemos una última prueba: volcamos una copia en otro hosting que controlamos nosotros más. Aquí no falla nada. Así que esto es blanco y en botella. Pero el SAT del hosting dice que ellos no han sido. Que los problemas del Woocommerse no entra en sus atribuciones.
Lo malo es que este hosting es de esos que venden como fáciles de mantener. El panel de control tiene menos controles que el salpicadero de un 600. Así que no puedes ver ni los logs del servidor. Y el cliente había pagado la renovación hacía un mes…
Al final tuvimos que aumentar el control de errores en las llamadas que hacíamos a la API de la Web. Ahora en todos los casos se comprueba lo que nos responde el hosting y si no es correcto, paramos unos segundos y volvemos a intentarlo. Para haceros una idea de media una de cada tres llamada a la API falla. En los dos años anteriores el log de errores estaba vacío. Los errores siempre los teníamos con los ficheros de carga. Y el tiempo medio del proceso se ha triplicado… pera nosotros no hemos sido. Nos quedan 11 meses… porque el año próximo el cliente cambiará de hosting.
Como que Burt?
Tienes razón, a rectificar toca