Ahora que llega el buen tiempo y en casa dejamos de ver la TV, pues uno tiene más tiempo para leer. Así que vamos sacando libros del montón y tratamos de descubrir nuevos autores, nuevos personajes… y algo así me ha pasado con la obra de la que os quiero hablar: El diario secreto de Adrián Mole, escrito por Sue Townsend.
Hacía ya muchos años, que me lo habían recomendado. Pero es de esas recomendaciones, que se queden ahí, a la espera. Parece que ponernos a leer una obra de una autora inglesa de la que no hemos leído nada, que está escrita como si fuese el diario de un adolescente inglés de los años 80 del siglo pasado… pues que no convence. Pero ya digo, es época de salirnos de los géneros y autores conocidos.
El libro como ya decía, está escrito en primera persona. Adrián, un chico inglés de 13 años, va redactando su diario, y nosotros vamos leyéndolo, conforme él lo escribe. Empieza un pelín flojo, pero enseguida se anima. La familia de Adrián es como todas las familias, extraña. Su padre tiene un trabajo aburrido (del que al final lo despiden) la madre se debate entre la liberación de la mujer y el amor de un vecino, en el colegio, empiezan los primeros romances… y además se va a casar el Príncipe Carlos con Diana.
La autora consigue pronto que nos veamos reflejados con las aventuras del personaje. Pero no hay tales aventuras, sino la vida de un adolescente en una época en la que teníamos ordenadores, ni Internet, ni móviles… todavía se escriben cartas los personajes y tienen que recurrir al teléfono fijo para estar en contacto cuando salen de viaje. Resulta que las cosas que le pasan a Adrián me suenan mucho y claro, me doy cuenta que yo soy casi de su misma quinta. Así que la adolescencia que la autora retrata, podía ser la mía. Con los cambios de España por Inglaterra, pero salvo ese detalle, yo podría ser Adrián.
El libro no es muy largo, apenas llega a las trescientas páginas. Se lee de una sentada y a mi me ha gustado mucho. Vamos viendo como el protagonista va haciéndose mayor, los cambios en su familia, los cambios en sus amigos, sus cambios de vocación. Muy recomendable si naciste en los años 60, porque te evocará tu niñez y tu adolescencia. Y para los más jóvenes, puede ser un buen ejercicio ver como se vivía con menos aparatos digitales que ahora.