Ayer en Twitter, respondía a un mensaje de @jlhortelano, quien nos planteaba si la tecnología nos hacía la vida más sencilla, más fácil o lo contrario. Yo le contestaba como el título de esta entrada, para mi somos las personas las que nos empeñamos en usar la tecnología para complicarnos la vida. Y mientras le contestaba, no puede evitar acordarme de una anécdota que nos pasó en mi empresa de por las mañanas, que viene a apoyar mi punto de vista.
Tenía yo un jefe (realmente fue mi primer jefe) que era un caso raro. Se trataba de una persona con muchísimo sentido común, gran imaginación y que no parecía un jefe. Tanto no parecía, que en un momento dado, cuando la jefatura interfirió en su vida civil, fuera de la empresa, renunció y volvió a la trinchera como un soldado raso. Pasaron los años y este jefe fue escogido en un proyecto piloto para una nueva misión en la empresa.
Se constituyó un grupo de trabajo especial, compuesto en su gran mayoría por empleados nuevos, con gran formación y mucha ambición (lo que en aquellos años se llamaba un JASP). A estos jóvenes se incorporó mi jefe y un par de empleados más veteranos, para servir de alguna manera de contrapunto. Os hablo de la mitad de la década de los 90. Y en las reuniones donde se impartía la formación para el nuevo trabajo, los jóvenes empezaron a pedir que se les proporcionase un teléfono móvil a cargo de la empresa. Decían que les era imprescindible para su labor. Mi antiguo jefe trató de hacerlos recapacitar. Un móvil a cargo de la empresa iba a hacer su vida más complicada, no necesitaban un móvil de la emprea para nada. Y que el día que le empresa les comprase el móvil, se iban a arrepentir. Así fue, pasaron los meses, y un día les llegó un paquete a su puesto de trabajo. Dentro un reluciente Nokia de empresa. Tres meses después, todos se acordaban de lo que decía el veterano. Ahora los llamaban por las tardes, fuera de horario laboral, para hacerles consultas. Los clientes tenían sus números de teléfono de empresa y los llamaban a cualquier hora. Si apagaban el teléfono, eran mal vistos, y si lo dejaban encendido, su vida era menos sencilla.
Y siguieron pasando los años y cuando llegamos al nuevo siglo, una nueva petición surgió en una reunión de seguimiento. Le pidieron a la empresa ordenadores portátiles con conexión a Internet. Mi antiguo jefe y los más veteranos les recordaron el episodio de los teléfonos móviles. Pero la juventud es impetuosa y elevaron a la dirección la petición del nuevo equipamiento. Y sus ruegos se cumplieron. Unos meses después llegó un portátil, una impresora y una conexión a Internet. Y a los pocos días, empezaron a llegar correos electrónicos los viernes por la tarde, pidiendo tareas para ser entregadas el lunes a primera hora.
La última vez que hablé con mi antiguo jefe, me comentó que estaba a punto de jubilarse y que esperaba hacerlo antes de que les diesen las nuevas tabletas que habían pedido.
Al final lo que nos complica la vida, no es la tecnología, sino el mal uso que hacemos de ella. Esta muy bien eso de poder trabajar en cualquier sitio, pero llega un momento en que parece que puesto que podemos debemos. Y eso no lo marca la herramienta, sino el usuario.
7 Comentarios
Comentarios Cerrados
No puedo estar más de acuerdo con el último párrafo. La tecnología permite trabajar en cualquier circunstancia pero hay que saber diferenciar una situación extraordinaria y no dejar que eso se convierta en el día a día.
A ver, hoy dia la tecnologia es una herramienta más (y en algunos casos imprescindibles) de trabajo, y al ser para el TRABAJO, se deben usar en su HORARIO.
Cuánta razón tienes. Pero seamos realistas, si la empresa hace un desembolso para comprar tecnología a los trabajadores no creo que sea para tener contentos a los empleados sino porque a cambio tiene la certeza de que ese “obsequio” le devolverá valor añadido.
Es de cajón, no es una ONG. Si no observara por sus intereses ya se ha habrían zampado las otras empresas.
Pero con el tema del jefe que no lo parece es para hacer un post. Yo he tenido la suerte de conocer algún caso y debería ser estudiado por tantos consultores de psicología aplicada a RRHH, porque con mucha mano izquierda son capaces de tener contentos a los de arriba y a los de abajo. Eso si que merece un sueldazo con pluses, no aparecer encorbatado con el “ordeno y mando” como primer mandamiento.
¿Mano izquierda? Eso está en desuso…
Una cosa es usar una nueva herramienta y otra es abusar de esa herramienta. Una cosa es una urgencia por un imprevisto y otra es un estado permanente de urgencia. Con actitudes así lo único que consiguen es cabrear a la gente y hacerles ver que su trabajo no es valorado. Si lo hago un día no me parece mal, pero si convierte en rutina hay que pararlo de raíz. Es lo que tiene consientes en darles la mano y te toman el brazo entero.
Claro. Es una forma ladina de abaratar los salarios: de esa forma los empleados están hipnotizados con sus gadgets (¡los muy membrillos…!) pero les vas haciendo trabajar mas horas por el mismo dinero sin que se den cuenta.
Yo de momento me voy librando del móvil de empresa, y por supuesto el portátil no lo quiero ni ver. El portátil lo veo útil para ciertos puestos muy concretos, o para facilitar el teletrabajo.