Clientes con el complejo de Bart Simpson

Los psicólogos todavía no le han dado carta de naturaleza médica y oficial, pero el complejo de Bart Simpson existe y es uno de los que más afectan a la población.

El complejo es muy sencillo, consiste en responder a las preguntas un poco comprometedoras con la frase: “Yo no he sido”. Luego está a versión familiar del complejo, cuando nos contestan: “Nadie en la casa ha sido” o “Nadie en la casa ha hecho eso”.

La de tiempo que perdemos en la tienda con este tipo de actitudes y clientes acomplejados. Si desde el principio nos contasen la verdad, lo que nos ahorraríamos todos. Como siempre algunos ejemplos:

Llegan un padre y la hija a la tienda. Traen un portátil debajo del brazo y un teclado USB por cable grande. Nos cuentan que desde hace unos días, el teclado del portátil no funciona. Que se lo comentaron a un amigo de la hija y les recomendó usar un teclado USB externo, así que se fueron a una gran superficie y compraron uno. Pero el teclado tampoco funciona. Les preguntamos si al portátil le ha pasado algo inusual: problemas de software, algún virus, un formateo reciente, si ha recibido algún golpe… y el padre va diciendo a todo que no, y la hija mirando al techo. Se van y mi socio se entra el portátil al taller. Le digo que me apuesto lo que quiera a que la hija le ha hecho algo al equipo y por eso no va.

Empezamos las pruebas y primero pensamos que era un problema de software. Así que probamos con un LiveCD de Linux, pero nada, el teclado no funciona y ningún USB del equipo responde. Al final desmontamos y vemos la placa base con restos de líquidos. Ya sabemos lo que paso, a alguien se le cayó un vaso de bebida sobre el teclado. Afecto a la parte de la placa base que gestiona los USB, el equipo arranca, pero no va ningún puerto USB ni el teclado.

Cuando regresan los clientes, vamos contando lo que hemos hecho. Le decimos al padre que el problema es que se ha caído sobre el portátil un vaso de agua o algo parecido. El padre niega, “Yo no he sido” mira a la hija que responde “Yo tampoco he sido”. Pero las pruebas estaban allí.

Otro día, nos llegan con un portátil que no era capaz de reproducir imagen en la pantalla. Como siempre preguntamos si el equipo ha sufrido algo especial, algo que pueda darnos una pista de la avería. El dueño dice que no sabe nada, que de momento el equipo dejó de ir de momento y que no tiene ni idea.

Nos ponemos con él y al final descubrimos que el cable que comunica la gráfica con la pantalla está roto, pero no desconectado, sino rasgado entero. Pero en uno de los extremos se ha llevado con él las conexiones, así que no podemos sustituir el cable. Tenemos claro que eso no es algo que pasa solo, pero no se nos ocurre que ha podido ser. Llamamos al cliente y responde con al versión singular y plural del complejo de Bart Simpson. Allí estábamos dándole vueltas al tema. Pero tuvimos ayuda. Un compañero de trabajo del dueño del portátil se pasa por la tienda. Lo ve y nos dice: “Os ha contado lo que le hizo el hijo al portátil”. Y así descubrimos la verdad. El niño se llevo el portátil en la moto, no está claro que hizo, pero se le cayó… en el último momento lo cogió de la pantalla y aquello se descoyuntó. Pero el padre pudo volver a montar las bisagras y no se notaba.

Y podría seguir con muchos ejemplos. Yo diría que todos los días tenemos algún ejemplo del complejo de Bart Simpson. Y es que no hay peor ciego que el que no quiere verlo.