Esta semana me puse a leer Cosmo, de Gregory Benford. Una novela que de alguna manera me recordó mucho a Cronopaisaje, de la que ya hablé aquí hace unos meses.
Como siempre, a partir de aquí puedo contar algo del argumento de la obra, avisados.
La novela empieza describiendo un experimento en un acelerador de partículas. Es muy curioso ver como se preparan los experimentos en este tipo de aparatos y las relaciones entre los físicos, técnicos, administradores… de esos centros de experimentación. De resultas del experimento, aparece un objeto que va a ser el centro de la novela.
Ese objeto desconocido será estudiado por la física que había preparado el experimento del acelerador. Conforme pasan los días, las características físicas y químicas del objeto son cada vez más desconcertantes. Al final piden ayuda a un físico teórico (por cierto de Caltech, a ver si conoce a Sheldon) y la cosa se pone todavía más divertida, con las ideas que este físico va expresando sobre cual puede ser la verdadera naturaleza del objeto.
Y mientras vamos sabiendo más sobre el extraño objeto, el autor nos va mostrando como es la vida en una facultad de una Universidad puntera norteamericana. Vemos las intrigas políticas de los administradores. Aquí me hizo mucha gracia una reflexión del autor sobre los problemas educativos americanos que imagino que podríamos trasladar a España. Está explicando los méritos científicos de los cargos políticos de la Universidad y son todos relativamente bajos para el nivel del resto del profesorado. Y el autor reflexiona sobre como los estudiantes que sacan buenas notas, que son números uno de su promoción… o se van a la empresa privada a ganar dinero o bien se ponen a investigar tratando de saber más. Mientras que los estudiantes del bien, son los que se dedican a medrar por la parte administrativa. Y al final los que tenían un 6 de nota media son los que deciden sobre que han de investigar, cuando y donde, los que tenían notas de 10 y 9.
La novela tiene algunas fases en las que el ritmo baja. El final llega tal vez demasiado de golpe. Y la última explicación de lo que puede ser realmente el objeto es muy divertida, un buen broche para una novela que se lee con gusto y a mi personalmente me ha gustado mucho.
Un Comentario
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