Hace unos días me puse a mirar algún libro de Ciencia Ficción que no fuese muy largo y tampoco moderno. Y me tropecé con La última astronave de la Tierra de John Boyd. Y como no es un libro muy largo cayó enseguida. Y hoy toca comentarlo.
Como he dicho al principio arriba el libro es corto. Y eso en este caso creo que es un defecto. La novela es una distopia. El autor se imagina una sociedad que está organizada por castas. Dentro de las castas están las que llaman “profesionales” que son las encargadas de mantener y hacer avanzar la sociedad. Los matrimonios y los hijos se organizan desde el estado (que por cierto es un gobierno mundial). Y los genetistas buscan la pareja ideal a cada profesional dentro de su casta. Es decir que si eres matemático (como el protagonista de la obra) solo puedes casarte con una matemática. El estado es confesional. Bueno, confesional en la medida que la principal autoridad eclesiástica es un Papa cibernético. Así los que mandan son sobre todo: psicólogos, sociólogos y curas.
Digo que la novela es corta porque creo que se le podría haber sacado mucho más jugo a esa sociedad.
Volviendo al libro tenemos a un matemático que se enamora de una poetisa y claro eso va en contra de las normas del estado. Vemos como el protagonista trata de sortear los obstáculos e incluso se propone un plan para conseguir legalizar su amor. Al final la policía los captura. Y en ese momento aparece la mejor parte del libro. El matemático va a juicio. Y el jurado está formado: por un miembro de su casta, un sociólogo, un psicólogo y un cura. Y es muy divertido como el autor le saca punta a los cuatro para no dejarlos bien parados a ninguno.
El libro tiene un final creo yo que un poco apresurado y demasiado feliz. Hoy en día el editor habría hecho varias partes más. Pero hablamos de un libro de 1.968 y entonces el negocio editorial no era como ahora. Parece que el autor quería escribir una distopia, meterse con psicólogos, sociólogos y curas, hablar del amor imposible, dar un repaso a la poesía romántica inglesa del siglo XVIII y a eso se dedica.
A mi me ha gustado, aunque solo sea por la parte central donde se burla del juicio del matemático. Lo recomiendo entre otras cosas porque se lee en una tarde.