Todo adelanto tecnológico suele generar beneficios. La digitalización, las bases de datos, los sistemas de información automatizados… son elementos sin los que hoy en día casi ninguna empresa podría sobrevivir. Sin embargo en ocasiones estos sistemas modernos pueden provocar monstruos. Como en el grabado de Goya, “el sueño de la razón produce monstruos”.
El disponer de mucha información sobre los asuntos que uno está tratando, el saber que han hecho otros en una situación parecida, el poder comprobar los antecedentes es algo que puede mejorar mucho el desempeño en el trabajo.
El problema viene cuando esa información se emplea para no trabajar o trabajar poco cuando justamente se espera de nosotros que lo hagamos.
Hoy leo en Voxpopuli un artículo sobre este tema escrito por Ramiro Grau. En la entrada el autor que es abogado nos cuenta como de un tiempo a esta parte a la hora de redactar las sentencias los jueces usan mucho el recurso de buscar sentencias parecidas. Y en ocasiones no hacen bien el copiar y pegar y aparecen nombres de imputados, de procuradores, de abogados… incluso lugares que no son los del caso que se está juzgando. Además que se genera otra situación que el autor no apunta pero lo hago yo: entre la TV y los sistemas de bases de datos de sentencias estamos convirtiendo nuestro sistema de Derecho de uno continental a uno anglosajón (que no digo yo que sea malo… pero no es lo que dicen nuestras leyes).
Este abuso por parte de los jueces (y sucede lo mismo en muchas más profesiones… sin ir más lejos en la de blogger que copia el contenido de otros sitios) lo que pone también de manifiesto es que tal vez la tecnología debería dar un paso más. Si un Juez puede buscar una sentencia de un caso muy parecido al que está juzgando y emplearla para dictar una nueva… pues automaticemos el sistema. Que un sistema de inteligencia artificial busque la solución a los problemas judiciales: más rápido, más baratos y bien gestionado menos corruptible. Anda pero si ya se ha inventado y con un bot nada menos.
2 Comentarios
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Hablando con una amiga abogada me comenta que, a lo largo de toda su vida profesional, no se ha encontrado nunca con un caso como el que cita el artículo.
Sabiendo que los “periodistas 2.0”, solo buscan llamar la atención y lograr el mayor número de visitas, dejando en un segundo plano la noticia (su veracidad, calidad, contraste de la información con otras fuentes, confirmación con la original, etc.), fácilmente puedo imaginar que hay más de imaginación que de realidad en tal historia.
Lamentable el rumbo que está tomando toda la sociedad, y bastante grave en el caso de los profesionales (sean del derecho, sean de la información, sean de lo que sean).
El autor del artículo no es un periodista, sino un abogado. Y yo si conozco casos parecidos y no solo en el Derecho.