Si hace unos meses os contaba una historia sobre el diferente talante a la hora de hacer un regalo tecnológico de un hijo y de su madre, hoy vuelvo con otra variante: la diferencia entre la empresa y los hijos.
Hace unos días vienen el contable y la gerente de una empresa a pedirnos presupuesto para un PC nuevo. El contable venía en calidad de asesor tecnológico. Ya he hablado otras veces de como es una tarea que más de un contable tiene que compaginar con la gestión de los números de la empresa.
Le hacemos un presupuesto de un PC clásico en empresas para nosotros. Una caja MicroATX, con un i3, 8 gigas de RAM un disco duro SSD de 128 gigas, Windows 7, y un monitor de 23”. La jefa nos pregunta y sobre la torre, no ve nada mal. Le explicamos que solo le instalamos 128 gigas de disco duro, pero que es un SSD de alta velocidad, y que los datos que ellos manejan son muy pocos y con esa capacidad tienen más que suficientes. Le aclaramos que en caso de necesitar más capacidad de almacenamiento, pues siempre podemos montar un segundo o un tercer disco duro. Pero nos pone objeciones al precio, al final, le ponemos un disco SSD de una marca más económica, 4 gigas de RAM y un Pentium G3420 como procesador. Y nos dice que por que no le bajamos el tamaño del monitor, que ella no ve cómodo un monitor de 23”, que uno más pequeño, que seguro que él que ella tiene ahora es mucho más pequeño. Yo le digo, que el monitor que tiene es de 23”, porque recuerdo que vino el contable el año pasado y que nos pidió un monitor para sustituir el de la jefa que estaba averiado. Al final, miramos la factura y yo tenía razón, el monitor que se llevaron para el despacho, era de 23”. Al final nos pide así el PC.
Cuando vamos a instalar el PC a la empresa, sin embargo, nos llevamos una pequeña sorpresa. Al retirar el PC antiguo (que no se iba a la basura, sino a sustituir a uno más viejo que usaba el contable) vemos que el monitor era de 17” y además un modelo muy antiguo. Le preguntamos al contable y nos dice: “Ya, yo no os quise decir nada en la tienda. Vinieron sus hijos hace unos meses y empezaron a decirle, lo bien que se veía su monitor y lo chulo que era… y al final se lo cambiaron por el del PC que ellos tenían en casa”. Así que nada, el monitor grande y moderno para los niños. Pero no acaba aquí la historia.
Unos días después, vuelve la jefa a la tienda a traernos el cheque. Me llama atención, porque siempre viene el contable. Nos dice que quiere un presupuesto para una tableta para su hijo pequeño de 7 años. Le pedimos tamaño y nos dice que 9 o 10 pulgadas. Así que le sacamos algunas Asus, Acer y Toshiba con Android, por el entorno de los 200 Euros. Nos dice que no pueden ser esas, que debe ser un Apple Retina con 64 gigas, el último modelo. Que en el banco hacía un par de mese le habían regalado ese modelo concreto (que beneficio no estarán sacando en el banco con ellos, para hacerles ese regalo… pero eso es otro tema diferente) y que se la había quedado su hijo mayor, Pero que ahora, el benjamín de la casa quería una igual.
Al final, se gastó en la tableta el doble que en el PC. Como ya decía yo en otra entrada, no hay que expropiar los medios de producción de los empresarios, sino los de diversión. Aquí nuestra madre amantísima, no reparaba en gastos para sus hijos, mientras recortaba en los sistemas que les proporcionan el sustento diario. Yo personalmente no lo veo una buena decisión, pero esta claro que cuando el amor está por medio, la gente no es muy racional.