Como dice la canción de Joaquín Sabina: “Cuando era más joven viajé en sucios trenes…” yo cuando era más joven me compré media docena de libros de Tom Peters.
De alguna manera yo soy una víctima de Tom Peters. Recuerdo que cuando comencé a trabajar en mi primera empresa de por las mañanas, decidí ampliar mis conocimientos. Yo ya tenía algo de idea de lo que era una Caja de Ahorros. No solo porque llevaba un par de años trabajando en una, sino sobre todo porque tuve que pasar una durísima oposición para entrar a trabajar. Algún día (tal vez cuando esté jubilado del todo) publicaré algunas ideas mías (heterodoxas todas ellas, ya aviso) sobre el hundimiento de las Cajas de Ahorro en España y la crisis bancaria, pero ya aviso que una de ellas fue eliminar la oposición para acceder a un puesto fijo. Yo estuve en al última oposición para ser empleado fijo. Hoy en día muchos cursos de postgrado que no son ni la mitad de exigentes que esa oposición.
Como siempre me desvió del tema. Bueno a lo que iba. Yo era joven y comencé a trabajar en una gran empresa. Mi formación por aquel entonces era jurídica (Derecho en la Universidad) e informática por cuenta propia. Así que me dediqué durante una temporada a ampliarla con libros (no existía Internet en esos años) de gestión empresarial, gestión contable, sistema bancaria, informática para grandes empresas (algún día contaré mi experiencia con el Cobol…). Aprendí un montón, pero fue un conocimiento contraproducente. Ç
De ahí eso de que soy una víctima de Tom Peters y otros expertos como él, que nos pintaban un presente y un futuro al que debía encaminarse una empresa, pero norteamericana. Aquí en España eso sonaba muy lejano (y sigue sonando igual de inalcanzable). Recuerdo que me hice resúmenes de varios de sus libros. Me gustó mucho En busca de la excelencia. Recuerdo como leía con envidia las páginas en las que el autor norteamericano recomendaba a las empresas delegar poder a sus empleados. Hay un ejemplo maravilloso sobre eso:
En aquel entonces (finales de los años 80 de siglo pasado) si en mi Oficina necesitábamos bolígrafos o papel, teníamos que rellenar (por triplicado en máquina de escribir con calco) un impreso. Una copia se enviaba por correo ordinario a la unidad de material, otra se enviaba para su control a la Direccion de Zona y una tercera se guardaba en los archivos de la Oficina por si nos la pedía Auditoría. Entonces envíe una sugerencia de Calidad (si, era la época en que estaba de moda la calidad. Si teníamos una Dirección de Calidad en la empresa y todo). Hice un estudio explicando que si asignábamos un presupuesto para cada Oficina y/o cada empleado de x pesetas para material de Oficina y dejábamos que el empleado lo usara a su discreción nos íbamos a ahorrar mucho dinero. Además, puse varios ejemplos del libro de Tom Peters donde contaba esa misma experiencia en grandes empresas norteamericanas. Por supuesto que la idea me la tumbaron. Pero es algo que uso como test. Esa misma sugerencia la he elevado varias veces hacia arriba. En mi última empresa de por las mañanas llegue incluso a conectarla con dos principios que le gustan a la empresa: consume en los comercios de proximidad que son nuestros clientes (me la rechazaron) y con otra que es antagónica (ellos son así) de externaliza y usa el comercio electrónico: les propuse que nos abriesen cuenta en empresas que venden material de Oficina desde Internet para que desde la Oficia hiciésemos los pedidos directamente sin pasar por Central.
Resumiendo: si una idea tan simple de Tom Peters, como permitir que los empleados de una empresa se compren ellos solos los bolígrafos y los folios… no se pueden implantar en varias grandes empresas… mejor no hablamos de cosas de más enjundia.
Pero el hecho de que las ideas no se adaptasen no significaba que no se tuviesen en cuenta. Eso sí, todo de cara a la galería. El mejor antídoto para los libros de Tom Peters fue el libro de Scott Adams: Manual de Gestión Empresarial de Dogbert.
Allí me di cuenta de que el problema no era solo español (aunque aquí está más desarrollado en eso de parecer y no ser somos los mejores los españoles) y me tranquilicé. Me di cuenta que el conocimiento es peligroso en muchas grandes empresas y me olvidé de mi idea de llegar a algo gracias a mis lecturas y estudios fuera de la empresa. Tenía que haberme dedicado a jugar al golf, al tenis, haber sido miembro del equipo de fútbol de la Caja, correr maratones con los directores… sistemas todos ellos con un éxito acreditado del 100% para llegar a ascender.
Pues nada volviendo a Tom Peters, leo en El Confidencial (como es publicidad de un curso de ellos, pues está en abierto… ya me da miedo pulsar los enlaces abiertos de éste y otros medios de comunicación en la red, todo es publicidad…) una entrevista que le hacen. Y me he quedado con una frase de Tom Peters:
Gestionar paseando. Si ha visto al CEO de su empresa pasearse por la oficina para preguntar aleatoriamente a sus empleados qué tal le va, quizá sepa de qué se trata. Cuando se le pregunta por qué hay que hacerlo, la respuesta vuelve a ser muy sencilla (y muy humana): “¡Porque es divertido!”
Y tiene razón el bueno de Tom. No es solo porque es divertido, sino porque es la única forma de saber de verdad que pasa en esa empresa que se supone que diriges. Por mi trabajo en años anteriores me encontré muchas veces con jefes que no sabían nada de lo que pasaba en las partes de la empresa donde se ganaba el dinero de verdad. Solo sabían de esas partes por los informes que le pasaban (filtrados y manoseados por supuesto) otros jefecillos. Así al final arriba se creían que dirigían a un trasatlántico, cuando sus empleados iban en una bicicleta.
Y para terminar este ladrillo. Los libros de gestión empresarial son una estupenda lectura de Ciencia Ficción gracias a nuestros grandes jefes. Y lo curioso es que se venden mucho y muy bien, está claro que quedan bien de fondo para hacer una videoconferencia.