La red ha provocado que en muchas actividades, se difumine la frontera entre el aficionado y el profesional. De hecho la interconexión y la facilidad para que fluya la información y los datos, permiten por un lado descubrir el talento de algunos amateurs que de otra forma no se podrían conocer y por otro lado mejoran la formación de estos mismos aficionados, permitiendo que accedan a experiencias y conocimientos que de otro manera serían muy complicados de conseguir. Pero en ocasiones, se logra justamente lo contrario. Parece que ser profesional está al alcance de cualquiera. Así hay personas que después de seguir un par de cursos en la web, leer algunos manuales, intervenir en un foro y comprarse una cámara de fotos de más de tres mil euros y un Mac de última generación, ya son fotógrafos profesionales.
El otro día, nos contaron en la tienda una historia de que ejemplifica lo que estoy diciendo. Tenemos un cliente que es un profesional de la edición de imagen. Además de trabajar y vivir de ello desde hace 20 años, se dedica a impartir clases regladas del tema en la Universidad. Vino a recoger un regalo de comunión para un familiar suyo. Y le preguntamos si iba a hacerle él el reportaje de la comunión. Y nos dijo que no. Que él iba de invitado y que su familia ya sabía que los domingos libraba. Otra cosa era, nos contó, que si le hizo un reportaje a su familiar hacia un par de meses de fotos de interior. Y que por supuesto, lo había cobrado. No lo que cobraba normalmente (les hizo rebaja) pero que él siempre cobra, puesto que vive de ello. Y empezamos a hablar del tema y al final nos contó una historia sobre fotógrafos y celebraciones.
Nos dijo que tenía un amigo en la comparsa de Moros y Cristianos, que le había dado el gusanillo de la fotografía. Se había gastado más de un millón de las antiguas pesetas, en una cámara, varios objetivos, flases, trípodes… y luego estuvo en dos cursos de fotografía. Y le hizo el reportaje de bodas a dos compañeros más de la comparsa, eso si, sin cobrar nada.
Al final, decidió que ya sabía suficiente. Se fue a la imprenta y se hizo mil tarjetas de visita, donde ponía: Fotógrafo profesional. Y se lanzó al mercado de los reportajes de fotos.
Su primer cliente, fue otro compañero de comparsa que se casaba. Nuestro cliente también estaba invitado a la ceremonia. Así que vio allí al nuevo fotógrafo profesional, cargado con dos mochilas llenas de equipo, haciendo las fotos. En un momento dado, nuestro cliente ve que el flash de la cámara no se enciende. Piensa que el fotógrafo no se ha dado cuenta y se acerca a él y le dice:
“ Juan, se te han acabo la pilas del flash, no está disparando, revísalas”
“No, si lo he apagado yo, estoy sacando las fotos con el Iso modificado y solo con la luz ambiente, están saliendo cojonudas”.
Nuestro cliente decidió que si el fotógrafo sabía lo que estaba haciendo, pues que bien, y no le dijo nada más.
Un mes después, el teléfono móvil de nuestro cliente empezó a sonar:
“Oye soy Juan, necesito hablar contigo un rato, tengo un pequeño problema y quiero ver si me puedes ayudar”
Cuando se ven, Juan le muestra a nuestro cliente los contactos de la boda. Resulta que la gran mayoría de las fotos están muy oscuras o borrosas, con mal contraste. “Yo no puedo hacer el reportaje con estas fotos, que le voy a decir a la pareja, el otro día ya me llamaron para que les enseñase las fotos y hacer la selección para el álbum”. Al final nuestro cliente le dijo a Juan, que podía ayudarle, pero que le tenía que cobrar su tiempo. Juan aceptó.
Nuestro cliente se pasó más de una semana tratando de salvar las fotos que estaban mejor. Después de muchos retoques, consiguió dejar medio centenar de fotos decentes. No estaban perfectas, pero se podían enseñar. Así que se las pasó a Juan, para que éste terminase de montar el álbum.
“Pero todavía la cagó al final” nos contaba nuestro cliente. Confeccionó el álbum en la empresa más barata que encontró en Internet y la impresión del mismo, volvió a oscurecer muchas fotos. Pero menos mal que la pareja fotografiada, no se percató de todo el desastre y la cosa acabó bien
Pero Juan el fotógrafo aficionado que quería ser profesional, decidió que una y no más. Le contó a nuestro cliente, que esto de hacer reportajes es más complicado de lo que contaban en los cursos. Que en los manuales se veía fácil, pero cuando estás rodeado de gente, tienes solo un segundo para hacer la foto, no puedes fallar, la cosa no es tan sencilla. Además que en el reportaje de marras, había perdido dinero… y sobre todo lo más importante salud.
Como dice el refrán: “Que bonitos se ven los toros detrás de la barrera”. Y dejo para otro día el tema del vídeo. Aquí ya más que la facilidad para entrar, está la forma en que algunos quieren montarse su TV propia y como van a repartir el presupuesto.
13 Comentarios
Comentarios Cerrados
Un tiempo me dedique a filmaciones de bodas y eventos, la verdad es que una de las cosas mas dificiles es que no puedes repetir la escena, si pasó algo y te lo perdiste es tu problema, no es lo mismo filmar un sketch o cortometraje donde puedes cortar y repetir las veces que sea necesario hasta que quede bien.
Pues menos mal que se ha dado cuenta, in extremis, de su inutilidad como fotógrafo y, tras intentar reparar lo irreparable, ha abandonado por la puerta trasera.
Cada dia me reafirmo mas en que España es un país de aprovechados, intrusionistas y pícaros.
Y así nos va.
Un saludo
Pues el amigo de tu cliente ha sido de los que ha sabido rectificar, pero para mí que es la excepción que confirma la regla. Aunque el ejemplo perfecto de estos “profesionales” lo tenemos en el sector de la informática, donde por saber formatear su ordenador la gente ya se cree experta.
Tampoco creo que sea 100% necesario poseer una titulación, pero sí conocer a fondo la profesión y el sector en el que quieres ganarte la vida….
Lo curioso es que si ya había hecho dos reportajes previos -sin cobrar- pues ya tenía que saber un poco del asunto y supongo que esas dos experiencias no fueron desastrosas ni mucho menos para animarse a hacerse profesional… Me da la impresión de que le dió un ataque de “autoría” justo en el momento en que no debía hacerlo.
En fin, hay tantos ejemplos en tantas y tantas profesiones (lo de informático ya ni mentarlo) y la gente por ahorrarse dos duros, tira de quién sea sin la mas mínima precaución..
El hecho de que el se crea “profesional” lo estimula el hecho de que quien le contrata no se preocupa por ver que trabajos ha hecho antes o si les gusta su estilo de hacer foto, porque piensan que la “camara hace al fotografo” y que las fotos salen solas, casi como con la informática que cualquiera que pueda formatear un PC ya es un técnico solvente.
Al menos este individuo ha tenido la verguenza de dejarlo cuando se ha dado cuenta de que por mucho que inviertas en equipo y un par de cursos no te hacen profesional de nada.
Si el aficionado hubiese seguido haciendo reportajes por la patilla quizá algún día podría haber dado el salto con garantías…
Por cierto, la foto que ilustra el reportaje tiene muy mala leche 🙂
Es que nuestro país es pintoresco, por decir algo:
– Saber hacer algunas cosas con “potochó” te convierten en diseñador gráfico. Si además sabes tocar los botones de una cámara réflex, eres fotógrafo “poffesioná”, como el del artículo.
– Tener instalado el Autocad y hacer cuatro chorradas con él te convierten en sustituto de delineante, como poco.
– Usar Linux te convierte en una especie de oscuro gurú que sabe desde formatear el ordenador a saber en qué compañía te regalan el móvil chulo de turno, o te hacen pagar menos por él. Además, estás totalmente cualificado para realizar todo tipo de recomendaciones y reparaciones.
– Si le pones cuatro transiciones al vídeo de la comunión de tu primo con el Premiere, eres un editor de vídeo “poffesioná” y podrías montar Avatar 2 si fuera necesario.
(…y así se puede continuar hasta el infinito…)
En este país tenemos tres defectos principales que empeoran cualquier situación de intrusismo:
– Decir que no sabes hacer algo es pecado. Somos muy ignorantes para muchas cosas pero para nosotros lo importante no es serlo, sino que no se note que lo somos.
– Al empresaurio de turno le da grima contratar personal formado y titulado. Es mejor siempre cualquiera que haya hecho 3 cursillos de academia y que cobre menos.
– Tenemos la firme creencia que es la herramienta la que hace al profesional. Hay gente que cree que si usan “potochó” para recortar una foto va a quedar mejor que con cualquier otro programa, porque éste es “poffesioná”. Usar las herramientas que usan los profesionales no te convierte automáticamente en otro profesional. Un buen profesional tiene que aprender conecptualmente lo que tiene que hacer y luego aprender cómo hacerlo con la herramienta concreta. No al revés.
*conceptualmente
Más que el empresaurio patrio, es ya cosa del pícaro patría adaptado a los tiempos.
La picaresca acaba cayendo por su propio peso si no encuentra sustento en la otra parte de la ecuación. Si lo unimos al enchufismo familiar y el colegueo tenemos un cóctel más peligroso que una sangría de chiringuito chungo en agosto.
Gran resumen, no se puede describir mejor.
Un saludo.
También habría que ver quien le dio los cursos a este aficionado, por que lo siguiente a creer que puedes hacer un reportaje de bodas es que puedes impartir cursos. Un saludo.
Los de los cursos quieren vender cursos. Si sales de ellos con la creencia de que eres un profesional hablarás bien del curso.