A la hora de dirigir un proyecto, podemos encontrar muchísima literatura (casi siempre anglosajona) donde se nos explican técnicas de gestión de equipos, de gestión de procesos… pero yo siempre las veo como muy alejadas de nuestra realidad hispana.
Hace tiempo que voy viendo una forma de llevar proyectos en España, y no encontraba nada en la literatura oficial que explicase bien el método. Así que este fin de semana me puse a pensar en el tema y pude ver clara que es una técnica de management patria, la táctica del salchichón. Vamos a explicarla, porque este conocimiento debe extenderse hacia arriba, para que todos los jefes la conozcan y hacia abajo, para que todos los curritos sepan a que juegan en los despachos de sus empresas.
Cuando un gran jefe empieza a planificar un proyecto de cierto tamaño, pues ha de pensar en el proyecto como en un gran salchichón. Todos los demás jefes de la empresa querrán su trozo de salchichón, a todos les va a gustar el salchichón dentro de su bocadillo. Así que el afortunado que tiene el salchichón en sus manos, debe guardarlo con cuidado, para que no se acabe muy pronto.
Pero las amenazas al salchichón no vendrán solo por el lado de otros jefes, sus empleados también van a querer oler el salchichón, saber si es ibérico o no, ver si tiene muchas especias, y si es posible, tratar de hincarle el diente. Así que se imponen una serie de pasos a la hora de defender el proyecto (el salchichón)
- No hay que dejar que sepan que es un salchichón. Si hay que enseñar algo, se mete el salchichón dentro de una funda y se dice que es un lomo. En esta fase, hay que explicar que todos tienen que ayudar a definir lo que quieren que sea el proyecto.
- Se pedirán planes de desarrollo del salchichón. Aquí el jefe no tiene ningún problema. Como no dejará claro que tenemos un salchichón entre manos, la mayoría de planes de desarrollo, contarán como producir y comerse un jamón de jabugo. Algunos llegarán a definir un cerdo entero (estos son peligrosos, apartarlos del proyecto enseguida). Otros hablarán de un lomo, de un chorizo, de una butifarra…
- El jefe irá a la alta dirección y les mostrará los planes de desarrollo y demostrará que nadie como él para dirigir el proyecto, no esos que quieren un jamón, si lo que tenemos es un salchichón.
- La Alta Dirección contará a todos que estamos desarrollando el salchichón definitivo. Ahora ya saben todos que se trata de un salchichón, el jefe debe jugar bien sus cartas.
- El salchichón se cortará en varias partes y cada parte se encomendará a algún jefe intermedio. Así unos tendrán el magro de cerdo, otros tendrán los condimentos, otros la sal, otros la tripa… pero nadie sabrá lo que tiene el de al lado.
- Una vez divididos los ingredientes, hay que pedir a cada uno que haga un salchichón. No hay problemas, solo con sal es algo difícil de conseguir.
- Como ninguno habrá podido hacer nada, el jefe podrá llamarlos a todos ignorantes si problemas. Y ahora hay que contratar a un maestro salchichoneador. A ser posible de algún país con mucha experiencia, vamos de los USA, que allí saben mucho de salchichones.
- El maestro salchichoneador, explicará a los jefes intermedios, que hay que mezclar los ingredientes de cada uno. Y por fin el salchichón empezará a tomar forma.
- Una vez esté el salchichón terminado, empiezan las pruebas. Hay que hacer lonchas muy finas del salchichón. Cuanto menos sabor puedan apreciar los catadores mejor. Y cuanto menos trozo de salchichón pueda ver nadie mejor también.
- Los catadores se quejarán, hay que ignorarlos. Un salchichón es un continuo, para probarlos, con una loncha de unas pocas micras es suficiente; si no son capaces de encontrar sabor en esas lonchas, no pasa nada. El salchichoneador americano se traerá a un primo catador inglés que si que encontrará sabor.
- Si los catadores se siguen quejando, hay que plantarse, nada de lonchas normales, si quieren salchichón dárselo entero y cambiar de proyecto, irse a la reingeniería del salchichón.
Y como esto es muy largo, en la próxima entrega veremos como se hace la reingeniería del salchichón.
5 Comentarios
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Cuidate jaja tendero, pero cuidat eh. Que bien lo describes y lo narras. Pero no te viene bien pensar tanto, tu a lo tuyo y como que ni lo ves ni lo padeces.
Se que es cierto como la vida misma lo que cuentas, pero asi va seguir y no cambiarà. Por cierto ya no posteas de madrugada, ahora es todo “Pm” y no “Am”. Me imagino que esa medio gripe andarà ya curada.
Venga y que no se te atragante ni el salchichon. Salud2.
Es lo que tiene este histórico páramo infectado de pícaros, gañanes y delincuentes aderezado en los últimos años con más gentuza de peor calaña incluso.
La cultura… brilla por su ausencia. De pandereta.
Felicidades, Tendero, te vas a convertir en el Steve McConnell patrio (o sease, Ibáñez Junior).
Fuera cachondeos, el transfondo de lo que planteas es más dramático de lo que parece.
Verás, durante mis experiencias curriles, me he encontrado que la gente no está orientada al Entregable, sino orientada a su ombligo. Pero siempre he pensado que el VERDADERO problema es que el entorno favorece e incluso promueve esta dinámica.
Mi única esperanza, es pensar: “bueno, no se puede generalizar, tiene que haber de todo” Pero cuando tú cuentas aventuras como ésta, mucho me temo que hay variedades autóctonas que abundan más que otras. ¿o no son autóctonas (a fin de cuentas, Dilbert no es ibérico…)?
Y lo que REALMENTE me preocupa (aparte de que me gustan los salchichones bien fabricados) es que ahora mismo alguien puede estar fabricando salchichones más competitivos que los nuestros. Y no está el horno para…salchichones 🙂
Saludos, Tendero
Tenías que haber hecho el simil con un chorizo, que así muchos lo entenderían mejor..
Pos yo no entiendo ná. SI acaso el salchichón será una empresa, entonces sí xD.