Retorcido el título pero la verdad es que es un recurso literario para ver si puede transmitiros como me he quedé después de escuchar la conversación con un cliente que mantenían en la tienda.
Llama un cliente para preguntar si tenemos unas tintas para su impresora. Nos indica el modelo de cartucho que se llevó hace un mes y el nombre de la impresora. Pero mi socio le dice que esos cartuchos no son para esa impresora. El cliente le dice que no, que son esos cartuchos, que ha instalado los que se llevo hace unas semanas y eran el código que le ha pasado.
Y aquí vienen 20 minutos de conversación de besugos. Que esos cartuchos no van con esa impresora… que no puede ser si lo he instalado, si son los que siempre me das… me equivocaría… no, porque miraste mi ficha de cliente…
Al final mi socio consigue que le envíen una foto de la impresora para aclararse. Y en la foto se ve una impresora de la misma marca pero nueva y reluciente. Al final lo que había pasado es simple: el cliente hacía un mes que se había comprado una nueva impresora en otro sitio. Pero la antigua nos la había comprado a nosotros. Los cartuchos de la nueva impresora eran de baja capacidad y además al ser los que vienen de serie con la impresora tienen la mitad de capacidad de los normales (aquí nadie obliga a los fabricantes a decir esto en letra grande…) por eso se le acabaron enseguida. Vino a la tienda y pidió los cartuchos que siempre se lleva (no nos dijo nada de la nueva impresora). Miramos su ficha y le dimos los cartuchos de la impresora vieja. Lo que no entendemos es que fue capaz de meterlos en la nueva… pero solo eran dos colores. Imagino que la impresora seguía imprimiendo con el negro… pero no consigo saber por qué no se bloqueó.
Así que les gusta que recuerdes sus consumibles… pero no se acuerdan de ti para comprar cosas nuevas.