Este verano estuve leyendo un par de libros de Penelope Lively. El primero fue el que voy a comentar hoy: La Fotografía.
La autora empezó su carrera en la literatura infantil y juvenil. Pero luego hizo incursiones con obras para adultos. La lectura de la contraportada me atrapó y la puse arriba en la lista de libros pendientes. La obra explora la memoria, como los recuerdos pueden ser o no reales, investiga en la subjetividad de las historias personales y en el punto de vista de cada uno de nosotros. Un tema que en estos tiempos me llama la atención (es lo malo de hacerse mayor).
La novela tiene una técnica curiosa que nos mantiene pegados al libro. Todo empieza cuando Glyn (profesor de historia viudo) encuentra en su archivo una foto de su esposa fallecida, en actitud amorosa con otro hombre que resulta ser su cuñado, el marido de la hermana de su mujer.
Glyn se obsesiona con la imagen, aunando las ganas de saber más sobre el asunto, con una especie de interés profesional por desentrañar la propia historia personal de su matrimonio. Así que como buen profesor de historia inglés (Glyn en ocasiones parece un arquetipo) inicia un plan metódico para saber más sobre lo que la fotografía indica.
A partir de ese instante Glyn remueve el avispero de la historia y vida de su mujer. Pero esto tiene muchas consecuencias en otras personas: sus cuñados, sobrinos, empleados, amigos y conocidos de su esposa. La técnica que usa la autora es mostrarnos como era la fallecida esposa a través de lo que recuerdan de ella los personajes a los que Glyn va interrogando sobre la fotografía. Y la verdad es que resulta muy interesante y estimulante.
Toda la historia va mostrando un misterio sobre la esposa fallecida. He de decir que lo malo de ser ávido lector de novela detectivesca y policiaca es que el misterio lo vi a la mitad de la novela, así que el final de la obra donde todo se desvela no me cogió de sorpresa. Pero este misterio no es lo que me tuvo pegado al libro, sino el ejemplo de como el mismo suceso es recordado de maneras tan diferentes y como influye en cada persona de una forma.
La forma de escribir de Penelope Lively me gustó mucho. Usa un lenguaje muy rico (imagino que no fue fácil hacer la traducción) y unos diálogos y descripciones muy precisas. Así que luego seguí con otra obra de la misma autora, pero para otro día.
En resumen, un libro con el tamaño justo para no hacerse pesado ni muy corto, con una historia sencilla pero entrañable y unos personajes que nos atrapan por su realismo. Recomendado si te gustan las historias sobre recuerdos.