De pequeños a todos nos contaba el cuento de La Cigarra y la Hormiga. Pero hoy quiero contar la versión moderna de este cuento. Es de aplicación a las pocas empresas grandes que siguen funcionando y sobre todo para contar en aquellas donde la tecnología digital tenga que ver.
En estas empresas grandes, cuando hay que hacer algún ascenso, dar alguna prebenda, recibir un bonus, las cigarras son las que tienen todos los números en el sorteo. Se nota sobre todo cuando van a buscar el perfil a la hora de nombrar un jefe. Allí tenemos a una cigarra que se pasa todo el día, mareando la Excel, haciendo pinitos con el PowerPoint y cumplimentando todas las hojas de seguimiento del mundo mundial y algunas más. Frente a ella, están las pobres hormigas que agobiadas están demasiado ocupadas trabajando. Así que no pueden conseguir que la Excel de su lista de tareas esté tan bonita como la de la cigarra, no pueden ponerse a pintar nada en PowerPoint, porque deben enfrentarse a la realidad de programas sin hacer, clientes cabreados, días que no terminan y PCs del siglo XX en empresas que dicen ser del siglo XXI.
Cuando los jefes de arriba se ponen a buscar candidatos para seguir sus pasos, ¿Dónde posan primero sus ojos?, pues en las cigarras. Son ellas las que endulzan sus correos con respuestas llenas de Excels donde se confirman todas sus teorías. ¿Cómo va el trabajo del Departamento?, Excel entemente, mire jefe como mi hoja de seguimiento de tareas sigue al píe de la letra todas sus directrices, se da cuenta que todos los proyectos terminan en la fecha que usted deseaba? Es su capacidad de liderazgo que me inspira y me permite siempre tener mi hoja de cálculo al día.
Si algún jefe comete el error de fijarse en una hormiga… pues enseguida sus esfuerzos se verán desalentados. La hormiga no hace más que causarle problemas. Le comentará nuevas ideas que él no entiende. Nunca le enviará las hojas de cálculo bien cumplimentadas en su fecha, claro la hormiga está tratando de trabajar para otros no para él y así no puede ser. La hormiga además no parece feliz siempre ahí tecleando en el PC, contestando al correo, haciendo sugerencias, preguntando donde imputa el tiempo empleado en imputar sus tareas… y además no hace PowerPoints bonitos. Además los clientes, los usuarios, le hablarán bien de la hormiga; eso es muy sospechoso.
Así que cuando hay que repartir algún beneficio, en las empresas modernas, son las cigarras las que los reciben todos. Y las hormigas, pues a seguir trabajando, que suerte tienen de tener trabajo con la que está cayendo por ahí fuera.
Hay que aplicarse el cuento, hoy en día vende más la apariencia que la substancia. Y se puede aplicar a todos los niveles. Hay que dedicar tiempo a lo que de verdad se valora y no a sacar el trabajo adelante.
6 Comentarios
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Muy buena adaptación de la fábula y la moraleja está clara: hay que adaptarse a las exigencias.
Me gustan mucho tus post.
Es la pura realidad. La has clavado tendero.
Un saludo.
Este tema se trata en el libro “Elogio del imbécil” de Pino April. Ya lo recomendé en este post: https://changlonet.com/blog/2011/09/la-fbula-de-los-remeros-en-versin-siglo-xxi/
Saludos,
Has puesto ahí la historia de mi vida (profesional). Trabajando a saco, sacando como puedo los proyectos adelante, reconocido por compañeros y clientes como un buen trabajador y profesional, y no consigo un mísero aumento de sueldo o categoría porque apenas me queda tiempo para venderme y ser mas visible ante mis superiores.
Si añades el mantra empresarial “el trabajador que más hora está sentado en su puesto es el que más rinde” tenemos ya completo el ideario del empresario patrio.
Las hormigas tienen dos opciones, cambiar de curro y probablemente también de país, o desgraciadamente, aprender a ser cigarras.