Mi socio a la hora de atender a los clientes en la tienda parece que tiene una paciencia infinita; pero hay clientes que son capaces de agotar todo su depósito de tranquilidad y paciencia y llegan a exasperarlo. Son profesionales de la irritación y especialistas en no escuchar nada de lo que les dices. Una tarde de la semana pasada tuvimos a uno de estos excepcionales seres en la tienda.
Hay un cliente del que mi socio ya se ha arrepentido de venderle una impresora. Vino hace cuatro meses. Según él imprimía muy poquito, pero mi socio recordaba que venía varias veces al año a llevarse tinta, así que si que imprimía una cantidad apreciable de hojas. La impresora se le había roto. Mi socio le recomendó un modelo que de compra subía un poco el precio pero luego los cartuchos duraban 10 veces más. El cliente dijo que no, que prefería una impresora de 45 Euros (con un coste por página 8 veces superior al de la impresora un poco más cara…). Asi que ahora viene cada mes y medio a por cartuchos. Y en cada ocasión nos monta algún espectáculo.
Cada vez que viene se trae la impresora y el portátil, para que le cambiemos nosotros los cartuchos y probemos antes de irse que funciona todo. Hace mes y medio tras el cambio de cartuchos volvió al día siguiente con la impresora bajo el brazo y su frase favorita: “Esto hay que tirarlo y ya me estáis dando otra nueva que funcione…” Según él tras el cambio de la tinta la impresora ya no fotocopiaba en color. Nos da dos hojas y nos dice: “Veis, no sale a color”. Mi socio se queda mirando el original que estaba en blanco y negro y le pregunta si quiere que la impresora se invente los colores…
La semana pasada volvió a cambiar los cartuchos. Mi socio se los cambio en el taller y le imprimió varias hojas de prueba (y las guardo). Por la tarde regresó con su frase: “Esto hay que tirarlo y ya me estáis dando otra nueva que funcione…” Y venía con la impresora bajo el brazo (una impresora muy viajera ésta). Mi socio abre el cajetín y le dice: “No te he explicado cada vez que te he cambiado la tinta que esta impresora funciona mejor con papel normal o con papel reciclado de calidad. Aquí has puesto papel reciclado muy grueso. También te expliqué que la bandeja se ajusta de los laterales para que el papel entré bien”. El cliente responde que le gusta eses papel… y no entiende que su impresora no puede imprimir encima de unos folios que más bien parecen cartón. Mi socio pone papel reciclado del que usamos nosotros, ajusta el cajetín bien… y claro ésta la impresora funciona. El cliente siguió diciendo que los cartuchos le duraban poco, que era una estafa. Mi socio le dijo: “No te expliqué que con la impresora que era más cara, venían cartuchos para 3.000 hojas. Si te la hubieses comprado ya habrías ahorrado 50 euros. Has venido tres veces a por cartuchos, el precio de la impresora más tres juegos de cartuchos es de 210 Euros. La impresora que te recomendé solo 140 Euros. Para llegar tu a 3000 hojas con la impresora que tu escogiste comprarás todavía otros 5 juegos de cartuchos… no es estafa, es no escuchar lo que te digo” Y en ese momento el depósito de paciencia de mi socio estaba ya más abajo de la reserva.
Es curioso como los que menos escuchas y menos te hacen caso son luego los que más molestias te causan en la tienda.
DE verdad, ¿os compensa no mandarle a la mierda educadamente y pasar de él?
No se dejan… al final en un pueblo tienes que aguantar.