Hoy estaba yo tratando de retomar el pulso del blog (entre presupuestos de máquinas de gama alta con problemas de precios y stock, Microsoft montando el pollo con el Office, no doy abasto) y cuando miraba a ver qué entrada publicaba, me llega la noticia del fallecimiento del escritor Mario Vargas Llosa.
Y de repente me ha entrado una sensación de soledad, de abandono de ver como personas a las que has admirado mucho y que han estado compartiendo mucho contigo ya no están. Voy viendo que cada vez yo mismo me hago muy mayor.
Vargas Llosa es uno de mis escritores favoritos. Su libro La Ciudad y los Perros está en mi lista de mis tres libros favoritos. Sus historias, la forma que tenía de plasmarlas siempre me gustaron mucho. Hay libros que me agradaban más que otros, pero la media de su calidad literaria era alta. Se notaba mucho la imaginación unida a un trabajo riguroso para darle forma a su prosa que la hacía inconfundible.
Así que mañana retomaremos temas más digitales, pero hoy quiero con esta líneas recordar a un novelista que nos deja más solos.