Erase una vez un jefe de una gran empresa que sentía envidia de los consultores que contrataba. Más que envidia, les tenía admiración. Tal vez por eso en sus departamentos, iban desapareciendo los trabajadores de la propia empresa y eran sustituidos por consultores.
-Mira que esos chicos desprenden respeto y seriedad, con esos trajes que tan bien cortados llevan y tan bien les sientan. Estos si que son trabajadores de verdad.
Y sus consejeros más cercanos asentían y le daban la razón. Los consultores iban impecablemente vestidos, siempre con traje oscuro, camisa clara, corbata, zapatos de vestir. Ninguno llevaba ni barba ni bigote, el pelo siempre de peluquería.
El jefe trataba de vestir como los consultores, pero no lo lograba. Sus trajes (carísimos) solo conseguían levantar la hilaridad de sus empleados. Eso si, los consultores le decían que su estilo era demasiado atrevido para unas mentes tan estrechas como las de sus recursos humanos directos.
Un día uno de sus mandos intermedios, pensó que como esto siguiese así, pronto iban a ser todos sustituidos por consultores. Así que decidió tener un poco de iniciativa y le dijo al jefe:
– Porqué no pides consejo a alguna consultora especializada en ropa corporativa. Seguro que nos pueden diseñar un vestuario para todos los trabajadores, para que podamos venir a trabajar tan bien vestidos como los consultores. Además que eso repercutirá directamente en el rendimiento de los empleados. Una vez se vean tan serios y tan elegantes como los consultores, trabajarán igual de bien que ellos.
Y al jefe le gustó la idea. Empezaron una búsqueda de consultoras y al final contrataron a Tellennum. Una consultora dedicada a la creación de vestuarios corporativos.
Por fin, los de Tellennum se entrevistaron con el jefe y le tomaron las medidas. Estuvieron en su despacho enseñándole modelos de traje y al final presentaron los nuevos modelos. Tenían una gama de cuatro modelos. Se catalogó a cada empleado para asignarlo a uno de esos modelos. Luego se les tomaron medidas a todos ellos y se encargaron los trajes. Unos días antes de que llegase la remesa de trajes general, trajeron el del jefe.
Este se lo probó y pidió la opinión a sus jefecillos. A todos les encantó el traje, uno decía que el color, otro que el corte, el otro opinaba que era muy fresco. Salió a dar una vuelta por entre los cubículos del resto de empleados y todos lo miraban con admiración. No era para menos, puesto que iba desnudo, mostrando su ropa interior y sus michelines. El traje no existía.
Una semana después los de Tellenum entregaron al resto de los recursos humanos los trajes. Y todos eran de un estilo a los del jefe.
Unos meses más tarde, el jefe recibió la visita de un consultor de la empresa Salutem. Estos se encargaban de gestionar las bajas médicas de los empleados. El jefe los había llamado, porque estaba muy preocupado, ya que desde hacía unos meses el número de baja médicas entre los mandos de la empresa había subido de forma muy acusada. Se pensó en que tal vez hubiese una cepa de legionella en los equipos de aire acondicionado. Se desmontaron todos, se limpiaron, se esterilizaron. Pero nada, los jefes seguían enfermando mucho más que el resto de la plantilla.
Al final se envió un PowerPoint a todos los empleados, para que cada uno diese su opinión sobre el motivo de la plaga de enfermedades. Ningún jefe entendía porque ellos caían enfermos y los trabajadores rasos no.
Por fin un becario que acabada de entrar a trabajar en la empresa (sin cobrar, pero eso si, con traje de Tellenum) contestó:
“Estimado jefe, creo que tengo claro el motivo por el cual los trabajadores normales no enfermamos tanto como ustedes. Nosotros venimos a trabajar con un chándal y no nos lo quitamos cuando entramos al cubículo. Cuando nos llaman a despachar con algunos de ustedes, o bien tenemos una reunión, pues nos quitamos el chándal y nos ponemos el traje de Tellennum. Cuando salimos del despacho, volvemos a ponernos el chándal”.
Y el jefe enseguida tuvo la solución al problema. Ahora que por fin alguien le había contado la verdad, cogió el teléfono y llamo a Tellenum: “Necesitamos un chándal corporativo”
3 Comentarios
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!Achis¡¡¡ Digoooo Jesús…
Como mola lo de encargar todo a otras empresas… Una verdad como un templo. ¿Pero entonces? Para que está el jefe… Si todo lo piensan las consultoras por él.
Maldita sea. Si supieses lo que sufro al no poder saber la empresa que es, ni el caso real que se esconde tras estas “entradas metafora” no lo harias…
Aunque me imagino que tu sufres mas con que no te pillen
🙂