Muchos de los presupuestos que hacemos o consejos que damos pasan por el filtro de la familia. Un familiar que suele dar esos consejos es el primo (también está el cuñado). Perdemos muchas ventas porque nuestros consejos no están alineados con la opinión del primo en cuestión.
Hace unos días entra un cliente a la tienda. Venia con una mochila al hombro. Abre la mochila y saca un portátil que tenía casi 20 años. Nos pregunta si podemos presupuestarle un cambio de batería, porque está agotada y además el conector del cargador no carga bien. Vamos dos avería en un equipo antiguo y además no muy potente ni cuando se compró. Le decimos que si le tiene cariño podemos reparárselo, le damos precio del conector, pero le indicamos que lo de la batería complicado (era además un modelo extraño) de conseguir. Nuestro consejo que se olvidase de él y comprase uno nuevo.
Entonces el cliente nos saca un presupuesto de otra tienda del pueblo. Un portátil básico con un procesador Celeron de hace varios años, 8 gigas de RAM y un precio rondando los 300 euros. Nos dice que si podemos presupuestarle algo parecido. Le contestamos que no, que no vendemos portátiles con esos micros tan veteranos, que mejor si sube a un Celeron más moderno o mejor aun a un i3 o un Ryzen 3 y si puede que lleve 16 gigas de RAM.
Y el cliente se ríe y nos dice:
“Ayer llamé a mi primo, trabaja de informático en una gran empresa. Le pase una foto de mi portátil y del presupuesto y me contestó exactamente lo mismo que vosotros. Me dijo que comprase algo nuevo con un i3 o un i5 y a ser posible con 16 gigas de RAM”.
Mi socio y yo nos pellizcábamos, no fuese que estuviésemos soñando… un primo de un cliente que nos da la razón anticipada… era algo nunca visto ni oído. Nos alegro el día.
Le pasamos varios presupuestos al cliente y al final se llevó un portátil básico, pero con un Intel Core 5 con 16 gigas de RAM.