Si alguno de vosotros es lector de los comentarios de El Confidencial, sabrá ya de quien estoy hablando. José María De Espona es un comentarista en los artículos de este medio digital. Y siempre está hablando de lo mismo: del fin de la sociedad tal y como la conocemos gracias la implantación masiva de la tecnología digital.
Y al final, imagino que de tanto comentar ha decidido escribir un libro sobre el tema. Y nada mejor que dejarlo en un medio digital para su adquisición. Así que aquí está su libro Totalitarismo Tecnológico 2.0.
Solo he leído el prólogo. Pero me gusta, me gusta una parte de su argumentación. Otras no tanto, pero hay una parte de su argumentación que la suscribo totalmente. Me refiero a la fiscalización y control total de los políticos y altos funcionarios por parte de los ciudadanos. En estos momentos en los que los derechos y las privacidad de los ciudadanos cae hasta niveles de súbditos, nada mejor que darle la vuelta al control. No queremos que el estado controle lo que hacemos, no, queremos que el estado nos muestre lo que hace, lo que hacen sus jefes y funcionarios principales.
No nos conformamos con que los políticos hagan el paripe de mostrar su declaración de bienes, no queremos saber lo que están ingresando en sus cuentas, lo que ingresan sus familiares directos, queremos saber con quienes hablan por teléfono, con quien se reunen. Nos interesa saber si cuando está próximo a licitarse una compra en la administración, los jefes encargados de esa compra se van de viaje, se van a comer a algún restaurante…
Y todo esto es muy fácil hoy en día gracias a la tecnología digital. Y no es que sea fácil, es que es imprescindible. No quieres Ley Sinde, pues que tomen dos taza.
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Estaría muy bien la vengancita y hay parte muy necesaria, pero no puedes extenderlo también a los familiares que no estén en política porque pueden ser inocentes y no tienes derecho a meterte en su vida. Aunque ellos no respeten la inocencia a menos que se demuestre lo contrario si nosotros hacemos lo mismo, ni somos mejores ni podremos argumentar en contra.
Lo que hoy en día es muy fácil es poner en las páginas web de los partidos las fuentes de financiación y las cantidades aunque no ponga el origen (en vez de Mariano pone un hash único de donante), con ello proteges la intimidad de donantes y ves cuánto entra. Ver en qué se lo gasta el partido y cuánto paga a los suyos. Ver los presupuestos del estado, el estado de las arcas y cómo se va gastando a base de actualizaciones diarias/semanales. Eso es lo que necesitamos con más urgencia, y no nos entrometemos en la vida privada de nadie (aún).
Los políticos tienen tanto que esconder que jamás permitirán que se les fiscalice. ¿Acaso han hecho algo para que les auditen los ayuntamientos, autonomías, etc? Si se audita una empresa, ¿por qué no una comunidad autónoma con presupuestos gigantescos? Y si se pilla un solo euro desviado, a la puta calle y a los juzgados.