- Cuadernos de la fábrica de hielo (II) no todo se le ocurre al jefe
- Cuadernos de la fábrica de hielo (I): no te fíes de las alabanzas
Vamos a por la segunda entrada de la serie. Que aunque no siempre será así es la que viene a continuación de la primera (en la documentación original).
Y dejo hablar a Juan:
No todo se le ocurre al jefe
En la vida diaria de una empresa pareciera que las cosas que se hacen y las decisiones que se toman son toda fruto de la mente del jefe. Pero no es así. Eso lo descubrí unos días después de mi cambio de puesto y de la prohibición de enviar más sugerencias de calidad y mejora.
Yo estuve pensando como saltarme al jefe que me había degradado y que me impedía seguir enviando sugerencias. Le di muchas vueltas a la cabeza sobre como vengarme. Allí estaba yo en la cama mirando al blanco techo y pensando y pensando en como poder devolvérsela. Y mientras me dedicaba a ello hice un descubrimiento que me descolocó.
Como estábamos ya en el buen tiempo la tarde del domingo salí a pasear. Me senté a leer en el jardín del Casino. Había un parterre de flores que casi envolvía a un pequeño banco de piedra. Y estaba al final de un camino sin salida. Así que poca gente llegaba hasta allí en las horas en que yo leía (cuando había mucha luz). Cosa distinta era cuando el sol se ponía. Y mientras leía la novela que había cambiado esa mañana en el puesto de la Glorieta alguien se sentó al en al otro lado del Banco tapado por el seto.
Empecé a escuchar la voz y reconocí a Buenaventura Guzmán, compañero de fatigas en la fábrica de hielo. El bueno de Buenaventura le comentaba a un amigo como se estaba preparando para ascender en el negocio del agua congelada: “Pues si allí tenía yo al listo de Juan Cortes haciéndome quedar mal con todas esas ideas que enviaba a los jefes. Así que me fui a por Martínez (el encargado) y le dije que si eso de hacer cambios en la empresa era más importante que vender hielo. Que si esto seguía así yo me pedía el traslado a la planta de la capital y que veríamos quién iba a vender el hielo. Oye fue mano de Santo ya tengo al Juan fuera de juego”.
Así que amable lector cuídate de los que crees tus iguales porque son los peores.
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