En mi vida profesional he tenido la gran suerte (y excelente experiencia, aunque no valorada por ninguno de los dos lados) de estar en los dos bandos (bueno, en los tres si consideremos al analista funcional como alguien que ni es el usuario final, ni es del equipo de programación) cuando se usa una aplicación informática en una empresa y como se crea.
Es decir que he estado usando los programas que antes diseñaba e incluso ayudaba a crear. Ahora mismo estoy en una fase de ser otra vez usuario. Esto me permite ver las cosas con una perspectiva diferente (y tener úlceras todos los días… pero eso lo dejaremos para otra entrada). Pero sobre todo me da una visión del usuario final muy alejada del tópico de considerar al usuario un luser incompetente y tonto. Pero eso era algo que me costaba mucho transmitir a otros compañeros de IT cuando estaba allí.
Sin embargo, la casualidad a veces te permite dar una lección práctica (aunque no creo que les sirva de mucho) a alguno de esos programadores que miran por encima del hombro a los compañeros de la empresa que les pagan el sueldo. Porque muchas veces cuando estás en Central se olvida que los que ganan dinero son esos lusers que desprecias.
El otro día un compañero de cuando yo estaba en Informática en la empresa, vino a la Oficina donde ahora trabajo. Venía muy enfadado, porque había solicitado acceso por Internet a la cuenta de su comunidad de propietarios, ya que este año él era el presidente y quería saber en qué se gastaban el dinero. Había estado unos días antes en la Oficina y otro empleado le había generado el acceso a la cuenta por Internet… pero no podía entrar. Y me dice:
“Tú me conoces, esto no puede pasarme a mí, si yo hago estos programas, mira a ver que hizo mal tu compañero”.
Le digo que la su Comunidad de Propietarios está dada de alta como empresa y que, para acceder a la Banco Online, debe entrar marcando acceso empresarial. Le preguntó si mi compañero se lo explicó.
“Si, me lo dijo y entró siempre con el acceso empresarial activado… pero veo mis cuentas personales y no la cuenta de la Comunidad”
Le comentó que repita, que entré y que se aseguré de marcar bien el acceso empresarial.
“Nada, no hay forma, me habéis dado de alta mal”.
Le pido el móvil. Lo miro y ha entrado sin marcar acceso empresarial. Cierro sesión, marcó el acceso empresarial y le digo que escriba su contraseña de acceso.
Me mira y me dice:
“¿Qué has hecho que ahora funciona?”.
“Pues activando el acceso empresarial, sé que parece un poco abstruso, pero lo escondisteis en detrás de una X al lado del nombre… nada que ninguno de nosotros no supiera ya y que seguro que te contaron a ti el otro día…”
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Ouch, eso debería haber dolido, y mucho.
Y he aquí la demostración de que los programadores también somos humanos y podemos luserizarnos en un plis cuando no estamos con “nuestras cosas”.
El problema con estas cosas es que debería haber alguien dedicado a la experiencia de usuario en lugar de poner las cosas según le viene en gana al programador o al jefe de turno.
Zapatero a tus zapatos.
Se nota mucho que cada vez más en las grandes empresas, se tienda a buscar programadores baratos. Que cada uno hace un módulo. Pero falta la visión de conjunto que pueden aportar los conocedores del producto final. En mi caso, en el secto bancario que yo conozco, el error fue pasar de tener Direcciones de Organización que se ocupaban de los análisis funcionales y pruebas y Dirección de Informática que tenía a los programadores (empleados del Banco) a un modelo donde el analista es un antíguo programador (si hay suerte) y el programador es un externo… que además nunca es el mismo. Otro día lo explicaré mejor en una entrada.