En la empresa Transportes los Mellizos, se jubilaron los padres. Llegaron los hijos y decidieron que había que modernizarse. No había más remedio que adaptarse al ritmo de los nuevos tiempos. Así que iniciaron un plan para mejorar sus medios técnicos. De esta forma pensaban que logarían dar un mejor servicio a sus clientes y tendrían más beneficios (bueno realmente los jefes pensaban solo en lo de los beneficios, lo demás ya vendría por si solo).
Así que se subieron a lo que en aquel momento era lo más moderno: el motor de explosión. Hasta entonces, para el reparto de los paquetes usaban carretas con caballos y mulas y para el reparto de cercanías, bicicletas y repartidores a píe. Pidieron un préstamo y adquirieron el nuevo material:
- Varios grandes dieciséis ruedas, para llevar las mercancías a grandes distancias lo antes posible.
- Una flota de camiones de gama media, para el reparto desde los almacenes regionales a los oficinas de entrega final en las ciudades y pueblos.
- En cada Oficina local, como mínimo: dos furgonetas, un par de motos con sidecar y 5 ciclomotores.
Por supuesto, no todo era comprar el nuevo material rodante. Contrataron a unos nuevos mecánicos y jefes de taller. Y a instancias de estos, se impartieron una serie de cursos a los empleados:
- Master en química aplicada a los hidrocarburos, así podrían entender perfectamente como se generaba la energía dentro de los motores de sus nuevos vehículos a motor
- Curso avanzado de aerodinámica de fluidos, para saber como colocar la lona de los camiones y ser conscientes de la importancia que tiene en el ahorro de combustible el tener una forma que no roce mucho el aire, porque los vehículos a motor alcanzan velocidades donde eso es importante.
- Grado de física gravitacional, para tener claro donde colocar los paquetes en el vano de las furgonetas y conseguir el centro de gravedad más bajo y así disponer de vehículos más estables.
Y fueron pasando los meses, los años… y los jefes de Transportes los Mellizos, no veían que subiesen sus beneficios. Al principio del cambio de vehículos, si que subió la productividad, pero a los seis meses aproximadamente, las cifras empezaron a bajar y quedaron a la par con la antiguas. E incluso eran inferiores, puesto que la gasolina era más cara que las comida de los caballos y las mulas. Se tomaron medidas de emergencia, así se instalaron en las furgonetas sistemas de gasógeno para ahorrar gasolina. Se modificaron las normas de uso de los ciclomotores, para entregas a menos de 3 kilómetros de la Oficina, no se podía usar el motor y debía moverse el ciclomotor solo con los pedales. Pero aquello seguía sin despegar.
Al final los jefes decidieron hacer un último esfuerzo para tratar de cambiar la situación. Contrataron a un experto que les hiciese un diagnóstico de sus problemas y las posibles soluciones. El experto empezó con una tormenta de ideas con varios empleados y luego estuvo visitando varias Oficinas de reparto. Su primer informe indicaba cosas que no le gustaban de la gestión:
- Se debía eliminar la prohibición de cambiar de marcha de los camiones de gran tonelaje. Por motivos de seguridad, solo se permitía usar la primera y la segunda. Se tenía miedo a los accidentes. Por lo tanto, los camiones no podían ir a más de 20 kmh y además su consumo de combustible era muy alto.
- También quitar la restricción de usar la marcha atrás en las furgonetas y camiones de reparto. Así se podía aparcar mucho mejor y de forma más rápida, segura y sencilla.
- Debían impartirse cursos de conducción en carretera a los conductores de camiones.
- Los conductores de furgonetas tenían que asistir a cursos de conducción en ciudad
- Los sidecares debían eliminarse, apenas transportaban más paquetes que un ciclomotor, pero ocupaban el mismo espacio que una furgoneta y eran tan incómodos como éstas a la hora de aparcar y moverse por las calles estrechas. No interesaba mantenerlos en servicio.
- Se eliminarían los equipos con gasógeno, la lentitud, el tiempo que tardaban en ponerse en marcha, no compensaban el posible ahorro de combustible.
- Los camiones y las furgonetas que ya tenían más edad que sus conductores, debían darse de baja y cambiarse por modelos modernos.
- En las compras de vehículos nuevos, debería primarse la adquisición de vehículos con tecnología híbrida o eléctricos. Y por supuesto se desaconsejaba la compra de vehículos de segunda mano.
- Todos los vehículos debían equiparse con un sistema de GPS para ayudar a los conductores a llegar antes a su destino. También debían equiparse con teléfonos móviles, para que el repartidor pudiese llamar al cliente en caso de dudas sobre la dirección o si éste no estaba en el domicilio. Se apuntaba que estas soluciones serían fáciles de resolver, puesto que todos los vehículos llevaban GPS y móvil, para controlar desde la central su posición.
- Se debería permitir, que los conductores de los vehículos regulasen la altura del volante, la del asiento, el ángulo del respaldo por ellos mismos. Ahora mismo, cada vez que deseaban cambiar alguno de esos parámetros, debían pedir cita en el taller interno de la empresa, esperar varias semanas a que se lo aprobasen e ir allí para que el mecánico le regulase el habitáculo a su gusto.
- Las rutas de reparto debían preparase en cada Oficina local y se permitiría el cambio de las mismas según las condiciones del tráfico de la ciudad cada día. En esos momentos, las rutas de reparto se calculaban de forma centralizada desde las Oficinas Generales.
- Los conductores podrían encender las luces cuando las circunstancias de la iluminación ambiente así lo aconsejasen.
- Se activarían los equipos de aire acondicionado de los vehículos. Ahora mismo estaban desactivados, porque se consideraban un lujo y una fuente de gastos y de averías.
Y la lista seguía…
Los gerentes hablaron con los jefes de talleres y de mantenimiento de los vehículos. Estos alegaron, que no se podían hacer esos cambios. Como iban los conductores de los camiones a meter más marchas que la segunda, era inconcebible, no estaban preparados. Y como dejar en sus manos la marcha atrás, un arma peligrosa. Por no hablar de que cada uno se regulase su habitáculos, hasta ahí podíamos llegar. Y lo de quitar el gasógeno, una tecnología probada y que se sabía que ya no fallaba, no como los coches híbridos, que todavía no estaban probados. Y ponerle un GPS a las furgonetas, para qué si tenían callejeros en papel… y ahí termino la historia. Unos meses después, Transportes los Mellizos, quebraron, pero nadie lo entendió.
La verdad es que me apetecía escribir una entrada con la foto de algún motor, así que ahora que cada uno cambie vehículos a motor por otra cosas y jefes de talleres y de mantenimiento por otro tipo de ogros con un solo ojo y además miopes y casi ciegos. Y entenderán porque solo cambiando el hierro, no se puede mejorar la productividad de la empresa. Más si como cada vez pasa más en España, el hierro, es más bien bronce oxidado.
3 Comentarios
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Juasjuasjuasjuasjuaaaa
Esto es mas divertido cuando se sabe de que empresa hablamos…
Tengo la posibilidad que hablar con algunos de estos consultores fuera del ambiente laboral, y me cuentan que en comparacion con la mayoria de las empresas (y muchas bastante grandes), aqui hay huelen bastante el miedo a los cambios que proponen.
No hablo de una empresa concreta. Para mi desgracia muy pocas empresas españolas se salvan de estas situaciones absurdas. Se meten en una nueva tecnología, pensando que solo por comprar el hierro la cosa irá bien. Pero luego no dejan que la gente use el Hierro más allá de los clásico: conducir muy despacio, no te adaptes nada de su habitáculo que es malo, solo puedes ir con el coche a comprar el pan… y así nos va.
Solamente quiero felicitarte por la entrada. Me parece simplemente genial. Has conseguido universalizar la descripción, que es una característica de la buena literatura. Y encima, lo que nos cuentas es tan real como la vida misma.
Otras veces te he criticado, me parece lo propio ahora agradecerte la entrada.
Un cordial saludo.