Podríamos decir que la existencia de los héroes del tipo de Claire Bennet son el resultado de una ley física que se puede comprobar allí donde las empresas tienen un número de trabajadores superior a la cincuentena. En toda empresa con más de cincuenta personas aparece un trabajador con el superpoder de sobrevivir a todo y a todos. Cuantos más trabajadores tiene la empresa el empuje que genera hacía la supervivencia de los Claires es mayor.
Normalmente en las empresas los Claires de turno no son animadores ni animadoras. Al contrario suelen ser personas que pasan muy desapercibidas, parece que no están, parece que no existen… sin embargo nunca mueren, nunca sufren una reestructuración, nunca salen perdiendo cuando el organigrama cambia. Cambian los grandes jefes, cambia el nombre de la empresa, cambian los clientes, pero ellos siempre están en su despacho (casi siempre con la luz apagada) todos los meses cobran todos sus sobresueldos y nadie se acuerda porque le dieron la prima, pero nunca se la quitan. Son inmortales. Hay empresas en las que se duda que lleguen a jubilarse, parece que se clonan y siempre hay alguien en su puesto.
Cruje el organigrama, su cajita pasa de la derecha a la izquierda, sube, baja la cajita, el nombre de su unidad cambia, pero él sigue ahí cogido al organigrama y cuando sale la versión definitiva nunca estará debajo de donde estaba antes de empezar el cambio.
Así que con ellos no va el “Salva a la animadora, salva el mundo” yo más bien diría que va el “Hunde el corcho, salva a los trabajadores”. No hay marrón que consiga hacer mella en su cuerpo, parece que en lugar de piel tengan teflón y en lugar de cara, una mascara de cemento armado. Ya pueden ponerlos a prueba desde cualquier sitio de la empresa, no pierden el control y siempre encontrarán a otro a quién reenviar el mail con el marrón.
Pero son héroes capaces de flotar en agua, en leche, en aceite… y en lo que se tercie…