El otro día hablaba del Kit Digital. Pero ese programa de subvención es el chocolate del loro al lado de otros que iban añejos a él y de todos los que las CCAA lanzaron para no ser menos.
El año pasado estuvimos colaborando con varios clientes (pequeñas empresas) para tratar de aprovechar esas subvenciones y modernizar su equipamiento digital, tanto en hardware, software, como consultoría. La verdad es que fue una experiencia extenuante. Dedicábamos más tiempo a ver cómo encajábamos las necesidades de los clientes dentro de los pliegos de condiciones que las distintas Administraciones Públicas le pedían cumplir al cliente para poder obtener al final la subvención. Pero ahí no acababa nuestra labor ni la de los clientes.
Uno de los clientes emprendió la automatización de parte de su proceso de producción en la fábrica. Incluía toma y recepción de información directamente en las cadenas de producción, digitalizar el almacén para tener totalmente controladas las materias primas y gestión de existencias de los productos producidos. Todo conectado con los comerciales de compras y ventas para optimizar las compras y las ventas.
Uno de los requerimientos es que no podían gastar más de una cantidad en un solo proveedor. Es decir no podían comprarle todo el proyecto a una empresa. Así que el cliente lo partió en 4 trozos. Nosotros entramamos a proporcionar el hardware que iría en la cadenas de producción (minipcs, con pantallas táctiles), y la que controlaba lo stocks: dos pequeños servidores uno para compras y otro para ventas y una docena de tabletas rugerizadas para que los empleados del almacén apuntasen lo que entraba y salía.
Uno de los problemas es que las tabletas debían ser un modelo y marca concreta que era la que tenían configurada en el software que habían comprado para conectar los datos con los comerciales. Eran modelos un poco antiguos y difíciles de conseguir. Al final encontramos stock de todo. Pero debíamos hacer facturas proforma de todo para enviar a la Administración. Pero el proyecto tardaría más de un año en desplegarse. Le dijimos al cliente que debería comprarlo todo ya… so pena de que cuando tocase comprarlo o el precio fuese otro o más grave, no hubiese stock. Con los PCs hicimos una proforma lo más genérica posible para luego poder siempre montarlos con los componentes en stock y que nos entrasen en precio… pero con las tabletas no se podía hacer… debían ser de una marca y modelo concretos.
Al cabo de medio año empezaron las pruebas. El cliente nos pidió solo 4 tabletas para probar el concepto. Las pruebas iban bien, pero el cliente se dio cuenta de que solo con las cuatro tabletas sus necesidades de control de stock estaban cubiertas. Pero habíamos facturado 12 y cada tableta costaba lo que un portátil de gama alta…El asesor del cliente le dijo que no pasaba nada que pedirían luego un cambio de material y comprarían otra cosa con los fondos. De hecho les pasamos un presupuesto de portátiles para los comerciales y nos pidieron dos. De esta manera a finales del año pasado nosotros nos olvidamos del asunto. Cobramos lo que habíamos servido y todo funcionaba bien.
Hace un par de semanas nos llama el contable (que es el que lleva la informática en este Pyme…) y nos dice que necesita las 8 tabletas que faltan. Que al final las gestiones de su asesor no fructificaron y que desde la Administración van a hacerles una inspección y deben tener todas el material. Han intentado renunciar a la parte de la subvención de las 8 tabletas que no compraron… pero no pueden hacerlo. Les van a abonar todo, pero deben tener las 12 tabletas. Cuando llamamos al proveedor que nos vendió las primeras cuatro, nos dice que ese modelo está descatalogado y que no tiene posibilidad de conseguirlo.
Para hacerlo corto… las encontramos por distintas Webs de toda Europa y por supuesto más caras. Y el cliente pudo pasar la inspección y meterlas en un cajón.
También hemos tenido hace poco un caso curioso. Aquí se trataba de un comercio que consiguió una subvención para modernizar su gestión. Nos compró un TPV, lectores de códigos de barras, impresoras de etiquetas. El problema es que cuando vinieron a hacerle la inspección, no le admitían el TPV, porque no era de marca. Al final fue mi socio, le desmontó el TPV y fue enseñándole los componentes y cotejándolos con la factura proforma. Aquí estaba todo bien… excepto que esperaban encontrar un TPV de HP o Lenovo y no un ChangloPC.
Y otro día contaré algunas donde al final tras conseguir la subvención el cliente renunció a ella, porque era más barato hacerlo sin subvención que cumplir todo lo que le pedían.
Diria que es increíble, pero es que ya conoce uno cómo funciona todo esto. Ya no sabe uno lo que decir.