Este fin de semana ha dimitido el actual Director General de la compañía y ha sido nombrado uno nuevo. Así que me he acordado de un viejo chiste confesional: “Se muera el Papa y el párroco de una pequeña iglesia de pueblo le dice al monaguillo (siguiendo la costumbre) que tocase a muertos en el campanario de la iglesia. Este empieza el repique, pero cada vez le da más fuerte a las campanas y con más ganas. El cura le pregunta:
– ¿Por qué tocas tan alegre, acaso festejas la muerte del Santo Padre?
– Festejar la muerte del Papa no lo hago, pero si estoy contente porque corre el escalafón”
Algo así estará pasando ahora mismo en Telefónica. Mucha gente estará viendo si al moverse el escalafón van a tener oportunidades positivas o negativas en el nuevo organigrama. Vamos que esperan subir hacia puestos más importantes y no caer (o salir) a lugares inferiores. Y eso es algo por lo que yo pasé varias veces en mi antigua empresa de por las mañanas.
Por dos veces asistí al cambio del Director General de forma muy parecida a la que hemos visto este fin de semana en Telefónica. Y en una de ellas yo también estaba esperanzado a ver si corría el escalafón. Así que viene historia de los viejos tiempos.
Pongamos que estamos a principios de siglo. Yo estaba trabajando de analista de procesos en una Caja de Ahorros española. En su día entré de becario para trabajar en el Departamento de Préstamos, (para obtener estadísticas y comprobar el cumplimiento del primer sistema de evaluacion automática de préstamos) pero luego por mor de cambios de organigramas… termine de cajero terminalista pagando pensiones a 150 kilómetros de mi casa. Pero un día llegó la oportunidad de volver a la Central (que estaba solo a 20 minutos de mi casa). Primero participe en el programa que cambio los terminales tontos de pantalla de fosforo verde por PCs con Windows NT y pantalla VGA a color. Luego pasé a colaborar en la implantación del Euro. Aquí pasé por casi todos los Departamentos de la Caja. Pero me ocupe más de la parte de activo.
Es curioso como funcionan las grandes empresas. Me centraron en Activo no tanto por lo conocimientos que tenía, sino porque conocía a las personas que trabajaban allí de mi época de becario. Sabía qué hacía cada uno y tenía la confianza para poder preguntarles y que me contestaran (y a la inversa cuando ellos necesitaban algo del Euro me llamaban a mí).
Tras el Euro, vino el efecto 2.000. Nuevamente nuestro equipo fue recorriendo Departamentos y aplicativos informáticos de la empresa para comprobar qué aplicaciones y/o procesos requerían adaptarse (si no lo habéis visto, en la primera temporada de Me llamo Earl hay un episodio que va sobre el efecto 2.000, yo creo que es lo mejor que se ha filmado sobre ese 1/1/2000) y pasé más tiempo en activo que en otros Departamentos.
Así que cuando siguiendo las modas se creo una unidad de Reingeniería de Procesos en la empresa me llamaron para colabora con la reingeniería de activo. Tras unos meses de toma de requerimientos estuve viendo soluciones de la competencia y al final preparé una análisis para modernizar el área de activo de la entidad. Y en esas estaba cuando hubo un cambio de Director General. El organigrama entero se cambió. El jefe que estaba llevando los temas de reingeniería fue uno de los elegidos para la gloria y subió a lo más alto del nuevo escalafón. Y nos prometió que ascenderíamos con él. A mi me reservó un puesto de nueva creación, que ahora os dará risa, pero hace más de 20 años sonaba prometedor: “Project Manager de Activo”.
El día antes de la publicación del nuevo organigrama me convocaron para presentar la reingeniería de procesos de activo a la plana mayor de la Entidad y a un montón de consultoras que debían validarla. Recuerdo que tuve que ir corriendo a comprarme un traje y una corbata (los que tenía eran demasiado llamativos… no eran trajes serios). Y me pase toda la mañana presentando el plan (otro día contaré esta reunión y lo que pasó con los consultores). Convencimos a la plana mayor (entre otras cosas porque los usuarios apoyaban totalmente las nuevas medidas) para implantarlo enseguida.
Para celebrarlo y celebrar mi ascenso a Project Manager, mi nuevo jefe me invitó a comer a un restaurante de postín con otros compañeros que también iban a ascender en el nuevo organigrama. Allí estábamos disfrutando de haber ganado una batalla corporativa y sobre todo de que al día siguiente estaríamos en el organigrama, tendríamos nuevas funciones y sobre todo mejor sueldo. Pero a media comida me suena el móvil. Miro la pantalla y veo un SMS. Era del compañero que gestionaba la Intranet que estaba de guardia esa tarde, ya que tenía que ir poniendo los últimos cambios en el organigrama para que al día siguiente a las 8 de la mañana todo el mundo pudiese verlo. El SMS decía: “Problemas, nos pide retirar rama Organización”. Y observo que a mi jefe también le entra otro SMS y a mis compañeros igual. Al final uno de mis compañeros se levanta para ir al aseo. Desde allí llama a los editores de la Intranet. Le comentan que han retirado toda la parte del organigrama de nuestra Dirección (la de organización) porque van a bajar cambios desde la planta noble.
A la media hora otros SMS: “Todo a la mierda, jodidos TODOS, nos hemos caído”. El todos venía porque el compañero que gestionaba la Intranet también estaba propuesto para ser jefe de un nuevo Departamento en la Dirección. Otro viaje al aseo, para enterarnos de que la rama de la que íbamos a colgar del Director de Organización (el jefe que comía con nosotros) la habían hecho independiente y habían puesto un nuevo Director General de Proyectos y que éste había elegido como Projects Managers a gente de su confianza. Otro día contaré de donde salió este figura en una hora cambió un organigrama que llevaba gestándose durante meses.
Como le dijimos al compañero de la Intranet, menos mal que nos has avisado y que ha sido antes de terminar la comida. Así no pagamos nada, la costumbre era que los nuevos jefes pagaban… como ninguno ascendió, salvo el Director, la comida la pagó él.
El final de la historia todavía es mejor, pero lo dejaré para otro día, pero si alguien quiere puede adivinar qué me dedique durante los siguientes años con el mismo sueldo… es fácil si has trabajado en una gran empresa.
Así que ahora estoy pensando en varios amigos y clientes que trabajan en Telefónica y me acuerdo de ellos esperando que el cambio del escalafón los deje mejor que me dejó a mí hace 20 años. Porque cuando corre el escalafón no se sabe como va a terminar el movimiento y el único organigrama que vale es el que al final se publica
“Porque cuando corre el escalafón no se sabe como va a terminar el movimiento y el único organigrama que vale es el que al final se publica”
Fácil. Haber convencido al colega para que cambiara al original, y cuando hubiera llegado la mañana… Fait accompli.
Eso pasó en otra ocasión, pero no por mala fe, sino por error de la planta noble. Por cierto como al final todo se sabía unas horas antes… el último cambio de organigrama fue de risa. Contrataron personal externo (que se suponía que no conocía a nadie de la casa ni lo conocían) y los encerraron en un despacho con los capitostes de la planta noble para que no hubiese filtraciones antes del día de la presentación del organigrama.
Puff, pues han reorganizado hace unos meses parte del backoffice de ventas. Antes de Pallete, salió algún peso pesado, algo sabrían y decidieron escapar. De nuevo otra reestructuración…
Muchas veces me pregunto como hemos llegado a ser lo que somos, imagino que por los que todavía ponemos empeño y nos batimos el cobre, perdón, quería decir la Fibra.
Otra de las características de las grandes empresas (y de la administración pública) es que siempre hay un grupo que es capaz de mantener la nave a flote… hasta que también los echan.