Mortadelo y Filemón se han quedado huérfanos

Pero no solo ellos, sino que muchísimos lectores de tebeos españoles y de todo el mundo también sentimos esa orfandad.

Hoy ha fallecido con 87 años Francisco Ibáñez, el dibujante de tebeos que creo entre otros a Mortadelo y Filemón. Y siento como una parte de mi vida lectora se va con él. Entre los primeros recuerdos de lecturas infantiles están los tebeos de Mortadelo y Filemón. Aunque en aquellos años los tebeos traían a más personajes… pero mis favoritos eran ellos. Recuerdo como no comprábamos los tebeos, sino que íbamos los domingos a la Glorieta después de misa para intercambiarlos. Bien con otros lectores, bien en un puesto de tebeos, donde el dueño te cobraba una pequeña comisión por cambiarte el tebeo por uno nuevo.

Fue cuando empezaron las primeras aventuras largas de Mortadelo y Filemón como el Sulfato Atómico al ir a cambiar el tebeo tenías que fijarte mucho para que el que te llevabas nuevo fuese el siguiente al último que habías leído para poder seguir la trama bien.

Más tarde volví a encontrarme con Ibáñez en la peluquería. Yo si tenía suerte recibía de regalo de cumpleaños o de Reyes algún tebeo. Ahorrando de mi asignación podía ir comprando algunos más… pero en la peluquería los tenían todos (era una forma de que los niños nos estuviésemos quietos allí).Estuve dos años que siempre llevaba el pelo corto. Nada me hacía más ilusión que ir a cortarme el pelo cuando había mucha gente. Ya sabía las horas de más afluencia de clientes y me empeñada en ir. Mi madre me decía que tardaría hora… y eso era lo que yo quería.

Pasaron los años y por fin pude comprarme varias recopilaciones grandes de Mortadelo y Filemón para ponerlas en mi biblioteca. Y los años siguieron y llegaron mis hijos a casa. La última temporada que compré el periódico físico en papel, fue cuando El Mundo reedito en formato pequeño las historias de Mortadelo y Filemón. A mi hijo le encantaban y las tiene ahora todas en su habitación. Y como también se aficionó, conforme iban saliendo nuevas aventuras se las íbamos regalando.

Ahora ya no podremos seguir con ese pequeño rito familiar. Espero que allá donde esté Ibáñez puede seguir dibujando sonrisas en las caras de los niños y de los que aprendimos a leer con él.