Estos días de vacaciones, he aprovechado para ir leyendo algunos libros que tenía pendientes. Y aunque alguno de ellos, lo comenté luego por separado, me ha hecho gracia ver el concepto de mente y de racionalidad, a la vista de mis tres últimas lecturas.
Por un lado he leído Estación de Tránsito, de Clifford D. Simak, luego continué con Al final del Arcoiris de Vernon Vinge (por cierto traducido por Pjorge, que tengo una entrada suya para comentar otro día) y para terminar, pues un cambio de tercio, con La rebelión de Atlas de Ayn Rand.
Aunque los libros tratan de cosas muy distintas y por cierto los tres bien escritos, amenos y se dejan leer bien, aunque las 1100 páginas de La rebelión de Atlas a veces asustan, hay algo que es común a los tres: la idea de la mente y el pensamiento humano.
Reconozco que el final de Estación de Tránsito me ha defraudado. Cuando uno descubre que toda la galaxía depende de un amuleto, que nadie sabe entender, y que solo lo comprende una sordomuda… pues la verdad, no parece que sean ni muy científicos ni muy racionales estos seres que están tan avanzados. Es decir, para su autor, todo depende del misticismo, de una especia de religión y que gracias a ello la gente es feliz.
Si ante esta ideas, superpones el discurso final de La rebelión de Atlas, contra los místicos, contra los que quieren pensar por nosotros, contra los que dicen que hay que tener fe y no fiarse de los pensamientos… pues hombre, uno esta más de lado del discurso racional, que no del discurso de la fe. Materialista que soy.
Pero llegamos Al final del arcoiris. Y aquí se da una buena paradoja. Es una lástima que Rand no haya vivido hasta nuestros días. Porque una de las ideas fuerza de sus novelas (en El Manantial, en la escena del juicio, lo dice literalmente) es que el pensamiento es algo individual, es decir las ideas son personales. Pues esa idea de Rand, ese pensamiento, se cae, cuando tenemos algo como Internet que permite (aunque de momentos en balbuceos) una especia de pensamiento colectivo, una forma de multiplicar la inteligencia individual, gracias a un acceso a muchas inteligencias a la vez, como nunca se había visto. Y como indica Venge, tal vez al final se alumbre un nuevo tipo de inteligencia, la inteligencia artificial.
Pero imagino que Rand diría que la inteligencia artificial no creería en la fe y si en sus pensamientos y en los hechos. Claro que deberíamos pensar que hechos son los que podría verificar una inteligencia artificial.
Pero me gusta mucho más la idea de El Final del Arcoiris, de que la tecnología nos puede ayudar a ser más inteligentes e incluso que puede ayudar a nacer a un nuevo tipo de inteligencia artivicial, que la idea de Simak, de que un amuleto nos hará ser mejores.
3 Comentarios
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Vaya entrada más trascendental, juas.
Si quieres pasar un rato entretenido, y huir un poco de estos libros, te recomiendo “Una breve historia de casi todo”.
Buenas. Creo que deberías avisar del spoiler del párrafo cuatro.
saludos.
Coño, qué buenos gustos. Hace poco cayó en mis manos uno de los libros de Punset. Que conste que no es santo de mi devoción, pero en su programa he tenido oportunidad de ver y oír a auténticos mitos para mí, de los que saben mucho acerca de la mente.
El libro en cuestión es el de “El alma está en el cerebro”. Resume allí y comenta muchas entrevistas sobre neuropsicología de las que se han visto en Redes, y aunque no deja de ser divulgación, ofrece muchas puertas abiertas en la investigación científica de lo que somos.
Otros libros suyos que he ojeado me han parecido horribles (el del amor o el de la felicidad) pero este es realmente diferente y merece la pena.