Cuando uno no encuentra algo y al final lo reemplaza, siempre aparece el perdido cuanto menos se le espera. Bueno, no cuanto menos se le espera, sino cuando acabas de adquirir al sustituto. Esto mismo me pasó a mí el otro día.
Hace una semana no localizaba yo a mi fiel pendrive de 8 gigas Kingston. En la foto de arriba es el de abajo. El de color azul que se nota que se ha usado mucho. Empecé a buscarlo. Normalmente lo llevo siempre en un bolsillo de la mochila que va conmigo a todos sitios. A veces se cae de ese bolsillo y se mete en otro o acaba en el fondo de la misma. Miré en todos los bolsillos, nada. Al final vacié la mochila y nada no estaba. Pensé que tal vez estaría en la tienda. Al día siguiente fui a la tienda y allí tampoco se encontraba. Alguna vez me la he dejado en el coche. Lo revise con resultado negativo. Abrí mis cajones en casa, revisé las cazadoras, abrigos y pantalones que me había puesto por si me la había dejado olvidada en algún bolsillo.
El tema empezaba a ser una obsesión. Realmente el contenido del Pendrive lo tenía salvado. Esta memoria siempre va conmigo. La uso para guardar copia de los presupuestos, de los borradores de entradas para el blog, hay una colección de herramientas de emergencia para reparar o revisar PCs, una colección de fotos… Realmente cada vez la usaba menos. Con el NAS, el espacio en la nube que nos proporcionan varias empresas. Pero muchas veces cuanta más prisa tienes hay tormenta en Internet y la nube va lenta o pasa algo… y el pendrive siempre está ahí.
Al final me cansé de buscar. Miré en la tienda y decidí llevarme una nueva tarjeta de memoria. En la foto de arriba es la que esta primera. Otra Kingston con cuerpo metálico y 32 gigas de RAM. Me conecté al NAS y volqué la copia de seguridad de la anterior tarjeta de memoria. Todo correcto, ahora tenía mucho más espacio de almacenamiento y además era más rápida, compatible con USB 3.0 y 3.1.
Me fui a casa. Ese día llovía. No sé como al bajar del coche se me mojó la parte inferior de la mochila. Entré en casa y abrí la mochila para sacar el portátil y el móvil. Me puse a secar la mochila. Para hacerlo mejor abrí del todo las cremelleras… y en el pliegue de la segunda cremellera de la bolsilla apareció el Pendrive desaparecido. Como siempre justo el día que había comprado el reemplazo. La tenía desde hacía 10 años y creo que acabará durándome otros 10.