El otro día casi me ferio esto

La semana pasada fueron las fiestas patronales en mi pueblo. Y salí un par de tardes con mis hijos a la feria. Dimos unas vueltas por los puestos de venta de juguetes y vi uno que me encantó. No tengo fotos en directo, porque ese día decidí no llevar la cámara. Hay veces que parece que uno salga para hacer reportajes fotográficos y no a divertirse, así que ese día me dejé las cámaras en casa.

Pero no importa, aquí al lado hay una imagen de lo que vi, ya en uso. Era un equipamiento completo de lucha libre, como la que llevaba el Santo en las películas de mi infancia.

Y la verdad que no le veo como un juguete, sino que lo veo como una herramienta de trabajo. No lo tengo claro pero yo creo que podría desgravármelo en mi próxima declaración de la renta. Porque mira que tiene que ser útil esto para trabajar.

Son las 12 horas de la mañana. Llevamos ya dos horas de reunión de seguimiento de incidencias. Por enésima vez, el consultor jefe nos suelta eso de:

– Los fallos del compresor de fluxo, son debidos a una mala praxis en el diseño del interface gaseoso. Y les recuerdo que ese interface lo deben configurar ustedes.

– Si, pero nosotros no queríamos un compresor de fluxo, pedimos un motor eléctrico.

– No, en el funcional ponía un compresor de fluxo.

– No, eso es para el proyecto avion, pero en el proyecto bicicleta eléctrica, el funcional hablaba de un motor eléctrico.

– Si, pero en la reunión del 31 de febrero, se acordó fusionar los dos proyectos y quedarnos con las especificaciones más altas, es decir que la bicicleta se equiparaba al avión.

Y entonces nos damos la vuelta, nos ponemos la máscara y le decimos al consultor jefe:

– Si, y quién estaba contigo el 31 de febrero cuando acordasteis eso?

O cuando el jefe te llama a su despacho, a decirte que seas más comprensivo con los de la empresa externa, que seas más colaborador, que cuando te insulten no les contestes… entonces te pones la máscara y le dices:

– Lo que me pides, el trabajador anónimo que yo era lo puede hacer. Pero el Santo no puede, que vengan aquí esos quejicas, que van a recibir lo suyo.

La verdad es que debería haberla comprado.