Llevo una temporada, en la que cuando leo un libro actual (vamos del último lustro) de autores que no habían escrito mucho antes, en la que el estilo de la obra no me acaba de sonar a real. Y claro cuando llego a los agradecimientos de la obra, pues se confirman todas mis sospechas. Es un libro escrito por una comisión, no por una persona real sola.
Uno comienza a leer los agradecimientos y la cosa es tal que así:
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Le agradezco a mi mujer/esposa/pareja que haya tenido tanta paciencia conmigo mientras escribía el libro (vamos normal)
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Le doy las gracias a mi amigo Jeremy, porque gracias a sus conocimientos en Botánica Amazónica, me permitió describir bien las plantas que aparecen en los capítulos I, II, III y V. Vamos que Jeremy te describió las plantas, vamos a dejarlo pasar, porque un buen escritor no debe ser experto en botánica.
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El libro no habría llegado sin faltas de ortografía, de no haber sido por la ayuda de Anne y de Betrice, que desde la Editorial me corrigieron todas las versiones y me corrigieron mis errores. Hombre, eso ya te lo podías haber currado tu solo
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Esta obra no habría quedado tan bien, si los correctores de estilo de la Editorial (aquí muchas veces no ponen ni el nombre, pobres negros actuales) no hubiesen estado tan atentos, para arreglar los pequeños errores que había cometido con el estilo y la gramática.
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El interés de mi representante John Smith y sus colaboradores, me permitieron ir afinando la historia y centrarme en lo importante. Al principio, el libro era un poema sobre unas florecillas salvajes, pero gracias a sus atinados consejos acabo siendo lo que habéis leído: La invasión de las plantas carnívoras: la conquista de América del Sur. Además es el libro uno de una tetralogía sobre la conquista de la Tierra por parte de las plantas.
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Mi profesor del grupo de “Aprende a escribir” también me ayudó mucho a la hora de volver a estructurar la obra. Las cinco versiones que me corrigió dan buena cuenta del esfuerzo que aportó al proyecto.
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Mis amigos Dan, Emily, Tom, Cloe, Laurelynn, Jamaren, Jaylend… que me aconsejaron que capítulos eliminar, e incluso me dieron pistas sobre los nombres de los personajes, y además me aclararon cual sería el mejor final para MI libro.
Uno lee los agradecimientos anteriores y todas sus sospechas se confirman: es un libro escrito por un comité, no por una persona. Por eso la lectura no ha generado apenas emociones en el lector. Eso si, el libro desde el punto de vista de la técnica era correcto, pero de una corrección ya conocida.
Y este problema se va agravando, conforme las actuales herramientas informáticas nos permiten que la escritura de un libro pase de ser una tarea personal a ser una tarea en grupo. Los problemas que le veo a esta forma de escribir son:
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La portada del libro ya empieza con una mentira. El autor no es Bradly Gaertner, sino que debería poner: Bradly Gaertner, sus amigos, su editor, los correctores de estilo de la editorial, el catedrático de botánica de la Universidad de Boston, el profesor de literatura…
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El libro tiene ideas originales, pero casi nunca se desarrollan de forma clara ni hasta sus últimas consecuencias.
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Los personajes son muy planos, y todos políticamente correctos, incluso los incorrectos que se introducen para despistar.
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Los libros empiezan a ser muy parecidos. Aquí también colabora la moda de sacar en un par de semanas media docena de libros que se parezcan a los más vendidos del mes anterior. Que la forma de trabajar de Zara, puede venir bien para vender faldas y pantalones a la juventud, pero no es una buena técnica para generar buenos libros.
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Incrédulo de mí, hablo de buenos libros… no aquí se trata de hacer libros muy deprisa, que se parezcan a otros que han sido éxitos de ventas. Y el autor y su estilo es lo de menos.
Así que cada vez me cuesta más abrir un libro moderno, de un autor que no conozca. Parece que los males del cine se han llegado ya a la literatura. Y lo que me fastidia es que de alguna manera es un problema que con la moderna informática lo hemos agravado. Antes los grandes autores, tenían “negros” que les escribían sus libros o partes de ellos. Pero el estilo personal seguía viéndose al leerlo. Pero ahora con la escritura de libros por comités, pasa lo mismo que con la gestión de proyectos por comités, que salen cosas muy insulsas.
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Los correctores de estilo (y eso incluye ortografía) han existido desde siempre y su papel es mucho más importante de lo que piensas. Digo “piensas” porque me ha sorprendido muchísimo el comentario de que la ortografía se la podían haber currado ellos mismos.
No funciona así y no ha funcionado así nunca. Las editoriales te lo imponen,
incluso si estás “consagrado”.
La única diferencia que veo es que se los mencione en los agradecimientos. Suele ser una labor completamente anónima.
Los correctores de estilo siempre han existido, si lo tengo claro. Lo divertido en varios de los últimos libros que he leído, es que hay correctores de estilo, de ortografía, gente que aconseja finales, otros que cambian el orden de los capítulos, varios más que incluso hacen una representación de capítulos del libro (real, como lo cuento). Pero al final, lo peor, es que esta labor de “escribir en comisión” se nota más que nunca.
Tal vez mi error es comparar con libros del siglo XIX, cuando esto pasaba menos, o bien con libros del siglo XX, pero con autores con estilo muy personal. Y esto hoy en día ya no se lleva.
A mí también me fastidia cuando un autor de renombre, sin ganas de escribir, cede su nombre para que salga bien grande en la portada junto a otro nombre pequeñito, que es quien realmente ha escrito el libro.
Un ejemplo reciente son las (enésimas) continuaciones de “El juego de Ender” de Orson Scott Card, que aunque el buen hombre ya escribió un montón de libros sobre el tema, se ve que últimamente anda algo cansado y en la última trilogía escribe junto a un tal Aaron Johnston. Ni que decir tiene que el estilo del libro no tiene absolutamente nada que ver con los anteriores, por lo que tiene toda la pinta que los ha escrito en exclusiva el señor Johnston que, como mucho, habrá quedado a hacer un par de cafés con Mr. Card.
Esto es diferente, aquí por lo menos sabemos que Card ha puesto el nombre (y la mano para recoger la pasta) y Johnston es el que escribe. Lo que sería peor es que escribiesen el libro entre varios, que es lo que cada vez me parece que se lleva más. Es decir que la literatura se va pareciendo mucho a la cinematografía en lo malo, es decir en obras planas y con poco o nulo estilo personal
Relativamente. Mira esta portada:
http://janmi.com/wp-content/uploads/2013/10/la-tierra-desprevenida.jpg
El nombre de Orson Scott Card bien grande, y el de Aaron Johnston (el que ha escrito el libro) bien pequeñito. Para alguien que no sepa cómo funcionan estas cosas, puede pasar que no vea lo de Johnston y piense que el libro es de Card, o que piense que, por lógica, el nombre más grande será el del autor principal y el otro debe ser poco menos que el que le traía los cafés, cuando es al revés.
Que es todo legal, vale, pero muy engañoso para el cliente.
Pero esto es conocido, se hace en la Ciencia Ficción y se hace en otro géneros. Pero como tu dices, que en la portado salgan los dos igual por lo menos
A menos que sea una editorial amateur, el libro pasa por una serie de filtros antes de llegar a nosotros, tanto de correcion gramatical como ortografica o de estilo, y lo de los asesores es la mar de habitual, ¿o crees que Reverte no tiene que tirar de historiadores cuando escribe alguna novela de epoca?
Una cosa es leer libros de la época para documentarse y otra es que tu amigo el historiador te escriba medio capítulo. Los libros de Reverte por ejemplo son de los que todavía mantienen un estilo propio. Yo de lo que me quejo es de ese aspecto plano de los libros actuales, donde muchos se parecen y el estilo diferenciador de cada autor brilla por su ausencia.
Si dices que son autores que no conoces, ¿como puedes aseverar que ESE no es SU estilo?
No los conozco, pero si sé lo que es un estilo propio y estos autores que comento no lo tienes. Son libros con buena factura técnica, pero muy planos. Por fortuna todavía quedan autores, que lees un libro y ves que para bien o para mal se ve un estilo personal.
Continúo viendo una incongruencia: aunque sepas lo que es un estilo propio, no puedes saber si ESE es su estilo propio porque no has leido nada más de ellos, tal y como dices en el artículo…
Vamos que, según tu opinión, es imposible que sean simplemente malos escritores o que no te gusten. Pues existen un sinfín de posibilidades.
Diferente sería qee hubieses leido varios, y publicados bajo diferentes editoriales, y ahí si pudieses notar la diferencia de estilo de una a otra. Indicativo incuestionable de que el libro se ha escrito por un equipo de personas.
Por ejemplo, hay libros actuales que me han gustado muchísimo más que algunos de los que tú has recomendado. Pero es que es cuestión de gustos, así de simple.
Una mala noticia: te va a resultar harto complicado hallar un libro actual sin ese tipo de agradecimientos. Unos buenos, otros malos como ellos solos, otros aburridos, unos que sorprenden, otros tan predecibles que después de las primeras páginas ya sabes como acabará…
Así que permiteme un consejo: arranca (si es un ebook lo editas y la borras) esa última página para no juzgar ningún libro por ella (ni por la portada).
Si que tienen estilo, justamente la falta de estilo. Un ejemplo, coges uno de los últimos libros que comenté: Proyecto Esposa. Es una historia que no está mal, el argumento arranca bien. Pero luego vas viendo el estilo, y no lo encuentras. Va todo encajando, como si se hubiese votado el desarrollo de los personajes. Y cuando lees los agradecimientos del autor, pues es de traca. Aquí lo divertido es que de esta gente cuesta encontrar más libro. Y claro, comparas por ejemplo con algo de Charles Stross… que tiene un estilo desde su primer libro (y por supuerto sin agradecimientos, sus libros son suyos). De eso se trata